Por Manuel Férez Gil (Chile)1
Contexto histórico
El 31 de marzo de 1492, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, los reyes católicos españoles, promulgaron el Decreto de Alhambra, un edicto de expulsión de todos los judíos del territorio español. Aquellos judíos que se negaran a convertirse al catolicismo debían marcharse a finales de julio de ese mismo año. Esta expulsión resultó un trauma histórico que dejó una huella profunda en el pueblo judío pues, de golpe, se terminaba la vida judía en España.
Como respuesta al Decreto de Alhambra de los monarcas católicos españoles, el sultán otomano, Bayazid II, ordenó a su comandante naval Kemal Reis zarpar hacia España para salvar a los judíos expulsados. Se inaugura así lo que para muchos es la época de oro del judaísmo en tierras otomanas. Más allá de visiones apologistas o satanizadoras, es necesaria una visión histórica de larga duración sobre la vida comunitaria judía, desde la época otomana hasta la República de Turquía.
Inaugurada en marzo de 1951, Neve Shalom, ubicada en Karaköy, distrito de Beyoglu Estambul, es la sinagoga sefaradita más importante del país, símbolo de la historia judía en tierras turca, pero que ha sido objeto de tres atentados terroristas (además de varios ataques frustrados y actos vandálicos).
El 6 de septiembre de 1986, dos terroristas ligados a la Organización Abu Nidal, misma que debe su nombre a su fundador y miembro escindido del Fatah palestino, entraron a la sinagoga sefaradí Neve Shalom durante los servicios de Shabat. Después de bloquear las puertas para evitar que alguien pudiera escapar, los asesinos comenzaron a matar con ametralladoras y granadas de mano para después suicidarse. El resultado de este cobarde ataque: 22 judíos muertos y varios heridos.
Al ataque de 1986 se suman el sufrido en marzo de 1992, cuando fue violentada con bombas sin causar víctimas y el del 16 de noviembre de 2003, día en que tanto Neve Shalom como la sinagoga Beth Israel ubicada en el distrito de Şişli fueron embestidas por coches bomba dejando 28 muertos y más de 300 heridos. Las autoridades turcas señalaron a Al Qaeda como la organización responsable aunque un grupo islámico turco denominado İslami Büyükdoğu Akıncılar Cephesi (Gran Frente de Asaltantes Islámicos del Oriente) se atribuyó el atentado en un principio.
El periodo otomano
Contrario a lo que se pudiera pensar, el año 1492 no marcó el inicio de la vida judía en el territorio de la actual Turquía, sólo fue el año de la llegada de los judíos sefarditas pues la presencia judía en la zona data, por lo menos, del siglo IV AEC. El propio Flavio Josefo, en su famoso libro Antigüedades Judías relata que Aristóteles encontró judíos en su viaje por Asia Menor y sostuvo con ellos intercambios de ideas, además de que expediciones arqueológicas han encontrado restos de sinagogas en Sardes, Mileto y Prieno que datan del 220 AEC, esto es, once siglos antes de la llegada de los turcos a dicho territorio.
Previo a la llegada de los judíos sefaradíes (los judíos provenientes de la Península Ibérica), ya se habían registrado inmigraciones judías a la zona de Anatolia. En ese sentido, encontramos que en 1326, fecha en la cual Orhan I conquistó Bursa, el mismo sultán extendió un permiso para reconstruir la sinagoga Etz Ahayim, misma que estaría en funciones hasta 1940. Durante el siglo XIV, cuando Edirne era la capital otomana, se registró la llegada de judíos europeos ashkenazies de Hungría (1376), Francia (1394), Sicilia y de la Tesalónica dominada por los venecianos.
El Imperio Otomano (osmanlí), que ocuparía el lugar de Bizancio unos cincuenta años antes de la expulsión judía de España, encontró en los judíos, junto con cristianos armenios y griegos, un elemento de activación económica y comercial, además de ser minorías religiosas innovadoras y modernizadoras, lo que muy pronto se tradujo en que el comercio y las relaciones exteriores del imperio estuvieran en manos de estos dhimmis.
Hay que aclarar que el concepto dhimmi hacía referencia en el periodo otomano a los súbditos no musulmanes. Originado en concepciones islámicas legales sobre la pertenencia y rol de los no musulmanes en las sociedades islámicas, los dhimis otomanos recibían protección oficial del sultán y no estaban exentos del servicio militar. A cambio, los dhimis estaban sujetos a impuestos específicos y tenían vedadas muchas profesiones y cargos públicos2.
Después del ofrecimiento de refugio por parte del sultán Bayazid II, los judíos sefaraditas expulsados por los Reyes Católicos se incorporaron rápidamente a la estructura comunitaria judía del imperio. La llegada de los sefaraditas contribuyó al desarrollo de la economía, el comercio, las artes y la medicina e incluso de técnicas de armamento del Imperio Otomano, y la vida, la cultura, tradiciones y rituales religiosos judíos de la península Ibérica se reconstruyeron en las ciudades otomanas de Estambul, Edirne, entre otras.
Durante todo el siglo XV, se motivó e intensificó la inmigración judía a la zona, así Yistshak Sarfati, rabino mayor de Edirne de 1454 a 1469, enviaba cartas a los judíos de Europa invitándolos a trasladarse al Imperio Otomano y asentarse allí permanentemente. Sin duda, una fecha coyuntural en la historia, tanto de los otomanos como de las comunidades judías de la región fue la caída de Constantinopla a manos de Mehmet II, en 1453, por la cual los judíos de Bizancio (conocidos como romaniot)3 se integrarían a la vida judía otomana.
A lo anterior, se sumaron varias comunidades judías ashkenazies, originarias de Europa central y del Este que inmigraron al Imperio Otomano a lo largo del siglo XV, como fue el caso de los judíos de Bavaria, quienes fueron expulsados en 1470 y encontraron refugio en tierras de los sultanes.
Para el siglo XVI, en Estambul se contabilizaban 44 sinagogas y alrededor de 30.000 judíos divididos en cuatro grupos principales, sefaradíes, ashkenazies, romaniot y mustarib4. Esas divisiones se subdividen, a su vez, internamente en espacios “regionalistas”, según su lugar de procedencia. Con el paso del tiempo, los sefaradíes se convirtieron en la comunidad dominante y estas subdivisiones se fueron atenuando en lo social, aunque manteniendo ciertas diferencias en los ritos religiosos, cultura y gastronomía. Todo el siglo XVI sería testigo de la llegada de judíos europeos, como fue el caso de los judíos de Apulia, Italia cuando las tropas papales conquistaron dicha ciudad en 1537 y en 1542, llegarían los expulsados judíos de Bohemia.
Las continuas expulsiones judías de Europa ayudaron al incremento numérico de los judíos en tierras otomanas. Este proceso de expulsión judía del mundo cristiano y su acogida bajo dominio turco/musulmán continuó hasta entrado el siglo XIX, pues muchos judíos que huían de los pogroms rusos (1881, 1891, 1897 y 1902) así como de la violencia bolchevique en 1917 encontraron refugio en tierras otomanas (incluida la zona de Palestina).
Los sultanes serían defensores de judíos influyentes allende sus fronteras, como lo demuestra la carta enviada por el Sultán Suleyman en 1556 al Papa Paulo IV, en la cual exigía la liberación de la familia Ancona (judíos conversos al cristianismo) pues habían sido declarados súbditos otomanos y el Papa no tenía derecho a retenerlos. Los Ancona fueron liberados y llegaron a Estambul a residir.
En la distribución geográfica, hay que señalar que la mayoría de los judíos del Imperio Otomano estaban concentrados en las provincias occidentales, especialmente Estambul, Izmir, Bursa y Edirne, aunque había comunidades judías en las regiones orientales como Gaziantep, Urfa, Siverek, Diyarbakir, Çermik, Mardin, Nusaybin, Cizre, Başkale y Van. Actualmente, ya no hay judíos en el Este y sureste de la República de Turquía.
El sultanato de Süleyman kanuni (1520-1566), conocido en Occidente como “el Magnífico”, Constantinopla tenía una población de 500,000 personas de las cuales 40,000 eran judías, dato nada sorprendente si recordamos que en algunas ciudades del imperio, como Salónica, los judíos llegaban a ser la mitad de la población. Tampoco es de asombrarse el constatar que del siglo XVI hasta fin del XVIII, Estambul fue un centro internacional de publicaciones en hebreo, ya que muchas imprentas estaban en manos de judíos y cristianos que lograban una distribución amplia de textos en distintos idiomas.
La entrada al barrio judío (la Porta Iudece) se ubicaba cerca de la actual mezquita Yeni Cami y, desde ahí, los judíos comenzaron a asentarse en ambos lados del Bósforo, en zonas como Kuzguncuk, Daghamami, Beykoz (del lado asiático) y Büyükdere, Yeniköy, Arnavutköy, Kurucesme (del lado europeo). Ya para el siglo XIX, algunas familias judías pudientes se trasladaron a los distritos modernos de Taksim, Talimhanne, Ayaspasa, Sisli y Nisantasi mientras que artistas e intelectuales judíos se sumaron al ambiente bohemio de Galatasaray.
Los caraítas otomanos
Un grupo a destacar es el de los caraítas, una corriente judía que apareció por el año 770 DC en Mesopotamia, alrededor de la figura de Anán Ben David, quien criticaba fuertemente al judaísmo rabínico surgido después de la destrucción del segundo templo judío en el 70 DC. Con el paso del tiempo, las diferencias entre el judaísmo rabínico (dominante) y la corriente caraíta se acrecentaron, llevando a un rompimiento y enfrentamiento entre ambas.
El Sefer Hamitzvot, escrito por Anán, propone cumplir con lo dictado en los cinco libros de la Torá e ignorar las reflexiones rabínicas recopiladas en el Talmud, estableciendo la libre e individual interpretación de la Torá como el eje de la corriente caraíta. El caraísmo se extendió por Medio Oriente e Imperio Bizantino durante el siglo X y sería en Constantinopla donde Yehuda Hadassi escribiría Eshkol Ha Kafer, un sumario enciclopédico del caraísmo. En 1530 aparecería publicado el Aderet Eliahu, escrito por Eliahu Bashyazi, el código legal definitivo caraíta.
Sobra decir que para el judaísmo rabínico los caraítas eran, en el mejor de los casos, herejes cuando no miembros de otra religión diferente al judaísmo. Este debate interno tuvo repercusiones importantes, ejemplo de lo anterior fue el apoyo que Catalina II de Rusia dio a los caraítas en detrimento de los judíos rabínicos, llegando a exonerar a los caraítas del servicio militar en 1827.
Como dato adicional, en 1973 el rabino Ovadia Yosef, en ese momento Gran Rabino Sefaradí de Israel, aceptó a los caraítas como judíos con los mismos derechos que los demás. Se calcula en 25,000 el número de caraítas que hoy residen en Israel, ubicados principalmente en Beersheva, Jerusalén y Ashdod.
Del imperio a la república
La edad de oro del judaísmo otomano iniciaría su debacle con un siglo XIX que llevaría a Medio Oriente, de la mano de las potencias europeas, una nueva y peligrosa concepción de lo judío, quienes tradicionalmente habían sido concebidos como una minoría tolerada, una religión superada por el Islam y sometida al poder islámico. Bernard Lewis5 sostiene que, desde finales del siglo XIX, se pueden detectar por primera vez actitudes manifiestamente antisemitas en las poblaciones musulmanas del Imperio Otomano. Lo anterior no significa que, antes del siglo XIX, en el mundo islámico no existiera hostilidad y animadversión a los judíos, pero sí que la expresión de los prejuicios experimentaron una transformación del yahudi düşmanlığı (hostilidad hacia el judío) a posturas racistas importadas de Europa.
A partir de la fundación de la República de Turquía, en 1923, las minorías no musulmanas, es decir, los cristianos y judíos, fueron víctimas de discriminación legal, políticas fiscales como el “impuesto capital” de 1942, así como la nacionalización de bienes y empresas judías, armenias y griegas, y varios pogromos validados o al menos tolerados por las autoridades turcas. A esto hay que añadir una política de turquificación agresiva que intentó asimilar a kurdos y alevies a una única identidad turca homogénea.
Ejemplo de lo anterior lo constituyen los traumáticos y polémicos eventos ocurridos el 5 de junio de 1934. Ese día, los negocios de judíos de Canakkale, Tekirdag, Edirne y Kirklareli en la región de Tracia sufrieron un boicot que fue seguido por ataques físicos contra personas judías y destrucción de algunas de sus propiedades. Se estima que más de 15 mil judíos abandonaron sus hogares con destino a Estambul, Europa o Palestina para jamás volver. En opinión de Rifat Bali6, especialista en este periodo de la historia turca, la incitación a la violencia era parte de una estrategia gubernamental orientada a deshacerse de la presencia judía y cristiana, así como de hacerse de sus bienes y capitales.
SI bien Mustafa Kemal, conocido como Atatürk posteriormente, condenaba la violencia contra cristianos y judíos, en realidad su gobierno era cómplice de la misma pues buscaba, por todos los medios, remover del espacio económico a los judíos y cristianos, así como lograr una ingeniería demográfica (que incluyó también violencia sistémica contra la población kurda) en aras de lograr una turquificación de la zona. No se ofrecieron compensaciones ni se regresaron los bienes y capitales expropiados.
La violencia antisemita desencadenada en 1934 se replicaría en la denominada Kristallnacht turca del 6 de septiembre de 1955, cuando turbas toleradas e incluso movilizadas por el gobierno violaron a cientos de mujeres, destruyeron iglesias, sinagogas, colegios, negocios y edificios pertenecientes a griegos, armenios y judíos y asesinaron a, por lo menos, 37 personas en Estambul con la policía turca de testigo cómplice.
Sería de nuevo un 6 de septiembre, pero treinta y un años después, cuando los asesinatos en Neve Shalom agregaron negros capítulos a la historia judía en tierras turcas, y llevaron a la comunidad judía de Turquía al exilio o a un estado de marginación indigno para una comunidad con una presencia milenaria en Anatolia.
* Sobre la base de un artículo publicado originalmente el 15 de septiembre de 2020. Disponible en https://orientemedio.net/el-ocaso-de-la-comunidad-judia-de-turquia/
1. Candidato a doctor en Sociología por la Universidad Alberto Hurtado con una investigación sobre la diasporicidad y homelands de los judíos sefaradíes chilenos. Maestría en Integración Europea y dedicado al estudio de las minorías étnicas y religiosas de Medio Oriente y Cáucaso. Ha compilado ocho libros académicos, el último de ellos Ukraine’s Many Faces, junto con la profesora Olena Palko. Ha
Ha impartido clases en diversas universidades de México y Chile.
2. Si bien el estatus de dhimmi se abolió legalmente en 1839 con el edicto Hatt-ı Şerif de Gülhane y se formalizó con la Ley Otomana de Nacionalidad de 1869, la discriminación social e institucional anti dhimmi continuó.
3. Los romaniot son los judíos de idioma griego (con palabras y expresiones en hebreo y turco), que cuentan con liturgia y tradiciones culturales propias, así como algunas diferencias rituales.
4. Se define como mustarib a los judíos de habla árabe, originarios del Medio Oriente (mizrahíes) y de Magreb.
5. Consultar Lewis, B. (1984). The Jews of Islam. Princeton University Press.
6. Autor del libro Trakya olayları 1934. “The Events of Thrace. 1934” (2008).
- Candidato a doctor en Sociología por la Universidad Alberto Hurtado con una investigación sobre la diasporicidad y homelands de los judíos sefaradíes chilenos. Maestría en Integración Europea y dedicado al estudio de las minorías étnicas y religiosas de Medio Oriente y Cáucaso. Ha compilado ocho libros académicos, el último de ellos Ukraine´s Many Faces, junto con la profesora Olena Palko. Ha
impartido clases en diversas universidades de México y Chile. ↩︎ - Si bien el estatus de dhimmi se abolió legalmente en 1839 con el edicto Hatt-ı Şerif de Gülhane y se formalizó con la Ley Otomana de Nacionalidad de 1869, la discriminación social e institucional anti dhimmi continuó. ↩︎
- Los romaniot son los judíos de idioma griego (con palabras y expresiones en hebreo y turco), que cuentan con liturgia y tradiciones culturales propias, así como algunas diferencias rituales. ↩︎
- Se define como mustarib a los judíos de habla árabe, originarios del Medio Oriente (mizrahíes) y de Magreb. ↩︎
- Consultar Lewis, B. (1984). The Jews of Islam. Princeton University Press. ↩︎
- Autor del libro Trakya olayları 1934. “The Events of Thrace. 1934” (2008).
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