Y hay sueños que se pelean

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Raquel Markus–Finckler  (Caracas, Venezuela) 

Sobre la autora: 
Periodista, escritora, poeta, investigadora histórica y editora judía venezolana. Mamá y esposa. Doctorado Honoris Causa, mención Derechos Humanos otorgado por la Fundación Universidad Hispana. Ganadora del primer lugar de varios certámenes literarios realizados en Venezuela y a nivel internacional. Miembro de Número de la Academia de Genealogía de Venezuela. Miembro Activo del Círculo de Escritores de Venezuela. Integrante del Comité Venezolano de Yad Vashem. Autora de los poemarios Escribir para existir, Donde reside la belleza y Las Horas Negras

Dijimos ya nunca más y otra vez nos vuelve a pasar.
Nos golpearon donde más dolía y se llevaron a nuestras niñas.
En el momento menos pensado tornaron huertos en cementerios
y un festival para la paz en un lugar para cazar.
Metieron en una hoguera a la infancia de nuestra tierra.
Y ahora por más que duermo, ya casi nunca concilio el sueño.

Dijimos ya nunca más y otra vez nos satanizan.
En el banco del acusado ya no hay jurado que nos absuelva.
Somos culpables sin alegatos. Somos el chivo que sacrifican.
Somos el pueblo más señalado. Somos el juicio más arreglado.
Somos un Dreyfuss resucitado y un estigma que no agoniza.
Y ahora por más que duermo ya casi nunca concilio el sueño.

Dijimos ya nunca más y ya la cuenta no se echa atrás.
Cada una de sus ausencias es una daga que nos revienta.
Los queremos en nuestras casas ya no hay excusa que nos consuele.
Los días pasan, la angustia crece y eso al mundo no lo conmueve.
Ellos viven en los carteles, pero agonizan en los cuarteles.
Y ahora por más que duermo ya casi nunca concilio el sueño.

Dijimos que nunca más y otra vez pierdo la fe.
Ya no hay alma que no se rompa y no hay mejillas que no se rieguen.
Rezamos y suplicamos por el regreso de los hermanos.
Lloramos y desgarramos las vestiduras de los dolientes.
Como un pecado no cometido, nos sobra el odio y nos falta gente.
Y ahora por más que duermo ya casi nunca concilio el sueño.

Dijimos que nunca más y como siempre nos falta paz.
Un espejismo en el desierto es la promesa hecha a Abraham
y el sueño de los profetas es tan lejano como un cometa.
Solo nos quieren para el recuerdo. Solo importamos si estamos muertos.
Y mientras cantamos a la esperanza, ellos prometen otra venganza.
Y ahora por más que duermo ya casi nunca concilio el sueño.

Herzl nos enseñó el poder de una leyenda,
que una leyenda no siempre es sueño,
y que hay sueños que se pelean.


Raquel Markus – Finckler
Periodista . Escritora . Poeta . Editora
@escritora.creativa

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