La educación judía comienza en casa: Los padres y madres como educadores judíos

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Yanina Maia Grinberg (Israel)

Sobre la autora 

Yanina Maia Grinberg. Madre, esposa, educadora, escritora y jazanit, con dos décadas de experiencia en educación judía formal y no formal. Licenciada en Educación con mención en Lengua y Literatura por la UTPL (Ecuador) y Máster en Educación Judía por la Universidad Hebrea de Jerusalén (Israel). Ha trabajado en diversas instituciones y comunidades judías en Argentina, Ecuador, Paraguay, Aruba e Israel. Desde su aliá en 2024 se desempeña como escritora y editora freelance, impartiendo clases y conferencias, además de continuar con su labor educativa y lingüística en proyectos locales e internacionales. Es también asistente de edición de la Revista Milta.

 

yani grinberg

Quien se preocupa por los días, siembra trigo; quien se preocupa por los años, planta árboles; quien se preocupa por las generaciones, educa personas.
Janusz Korczak

Introducción

Ya es un secreto a voces: la educación judía atraviesa una crisis a nivel mundial. En muchas comunidades del mundo, no hay oferta de educación judía para niños y jóvenes (ni hablar de los adultos). Y, en las que sí, las escuelas e instituciones judías enfrentan la falta de docentes capacitados, la reducción de horas de las materias judaicas e incluso cierres definitivos. Los padres y madres están desesperados: ¿quién educará a nuestros niños? La situación es crítica; pero, como aprendemos del hebreo, toda crisis –mashber1es también un punto de inflexión, una oportunidad de crecer y renacer. Este fenómeno nos obliga a detenernos por un momento y preguntarnos: ¿Debe la educación judía depender exclusivamente de la escuela? ¿Cuál es el rol educativo de los padres y madres?2

Propongo algunas reflexiones para dar respuesta a esta pregunta, que se encuentra en la esencia misma de nuestra tradición: La educación judía es -y debe ser-, ante todo, un asunto del hogar. Desde tiempos bíblicos, el mandato de transmitir la Torá a los hijos ha sido responsabilidad de las familias. Leemos todos los días en el Shemá3: Veshinantam lebaneja vedibarta bam, «Las repetirás [enseñarás diligentemente] a tus hijos y hablarás de ellas cuando estés en tu casa y cuando camines por el camino, al acostarte y al levantarte4«. Este versículo, que muchos de nosotros recitamos casi de memoria, es la base de la educación judía. En él se destaca el rol preponderante de los padres en la transmisión de la Torá a sus hijos con constancia y perseverancia, en formatos diversos y en todo momento. 

El rol activo de los padres en la educación judía

Rabi Iehoshua ben Levi dijo: “Quien enseña Torá a su nieto es considerado como si hubiera recibido la Torá en el Monte Sinaí, como está escrito ‘Enseña a tus hijos y los hijos de tus hijos»‘. (Deut. 4:10-11, Kidushin 30a)

Un gran número de versículos bíblicos están consagrados a la cuestión educativa, y una cantidad aún mayor de citas de la Mishná y pasajes talmúdicos le dedican a la educación un lugar central. La educación judía es una cuestión crucial para la continuidad y perpetuidad del judaísmo. El judaísmo se fundamenta en el pasado para nutrir el presente y sembrar las bases del futuro, un futuro en el que confiamos en que lo mejor está por venir. En esta creación de un mejor porvenir, los padres no pueden delegar en las instituciones judías y quedar relegados. Además de transmitir conceptos y conocimientos, una educación judía holística debe nutrir valores, identidad y sentido de pertenencia.

Es famoso el versículo de Mishlei que reza: «Instruye al niño según su camino, e incluso cuando sea viejo no se apartará de él» (Proverbios 22:6). Esta tarea formativa no puede delegarse por completo en la escuela, sino que debe ser el cimiento de la vida familiar. El jasidismo suele utilizar la metáfora del niño como un diamante, y de los educadores como talladores de diamantes que deben encontrar la forma de penetrar su esencia y pulirlo hasta que brille. ¿Y quién conoce mejor a un niño que sus propios padres? Los padres son los primeros y principales educadores de sus hijos, y los responsables de sus recuerdos y aprendizajes iniciales. Las vivencias formativas más tempranas de los niños, tanto las conscientes como las inconscientes, ocurren en el seno del hogar y dentro del marco familiar. Los padres no solo son transmisores de conocimiento, sino también modelos de vida. Y cabe destacar que no es necesario ser eruditos en Torá para ser educadores judíos efectivos. Lo que se necesita es interés, compromiso y amor. Los niños aprenden observando las acciones de los adultos que los rodean. Cada acción es una lección: encender las velas de Shabat, bendecir a los hijos, demostrar integridad en los negocios, ayudar al necesitado. Los niños aprenden no sólo de las palabras, sino principalmente de los ejemplos que ven a diario. Cuando los adultos viven y disfrutan su propio judaísmo, están educando a sus hijos en forma directa, efectiva y vivencial. Porque, al fin y al cabo, la educación judía no es solo teoría, sino también acción. Vivir y compartir el judaísmo en familia ayuda a los padres a modelar el comportamiento ético de sus hijos.

Pésaj: La fiesta de la educación

No es casualidad que la festividad de Pésaj, que conmemora la salida de Egipto y el nacimiento del pueblo judío, esté centrada en la narración y el aprendizaje. Pésaj es la fiesta judía por antonomasia, y el Seder de Pésaj se encuentra profundamente arraigado en la narrativa educativa del pueblo judío. En el corazón de la celebración se encuentra la mitzvá (precepto) de: «Ve’higadta le’binja» – “Y le narrarás a tu hijo” (Shemot 13:8). Este mandato nos recuerda que, más que un ritual, Pésaj es un espacio educativo intergeneracional donde los padres y madres tienen el papel crucial de transmitir a sus hijos e hijas los valores, las historias y las enseñanzas que definen la identidad judía. 

El séder de Pésaj es un modelo pedagógico por excelencia: preguntas, respuestas, diferentes estilos de enseñanza según las capacidades del alumno (“los cuatro hijos”), simbolismo, lenguaje retórico y participación activa. Es un recordatorio de que el aprendizaje significativo y duradero no ocurre solamente dentro del aula sino en la mesa del hogar, en el diálogo intergeneracional y en la vivencia familiar compartida.

 A continuación, comparto una serie de reflexiones educativas inspiradas en Pésaj que pueden servir como norte para la educación judía de nuestros hijos y alumnos:

  • El hogar como la primera escuela

El Séder de Pésaj no se realiza en la sinagoga ni en cualquier otra institución, sino dentro de cada hogar judío. Esto subraya la importancia del núcleo familiar como el lugar principal de aprendizaje. En la mesa del Seder los padres y madres se convierten en maestros, y los hijos en alumnos. Este modelo nos inspira a hacer de cada casa un espacio donde el aprendizaje fluya de manera natural y constante. Más aún, en la mesa del Séder convergen múltiples actores (padres, hijos, abuelos, tíos, primos, etc.) que enriquecen la vivencia educativa.

  • La pregunta como motor del aprendizaje

La estructura del Séder fomenta la curiosidad a través de preguntas, siendo las más famosas las cuatro preguntas del «Ma Nishtaná» (¿En qué se diferencia esta noche de todas las demás?). Esta pedagogía nos enseña que educar no es proporcionar respuestas, sino principalmente inspirar preguntas. Los padres y educadores pueden modelar esta actitud en el día a día, creando un entorno amigable y accesible donde cuestionar y reflexionar sean parte esencial del crecimiento. Isidor Isaac Rabi, premio Nobel de Física, contó cómo su madre fue la responsable de su interés científico y su éxito en la vida al acostumbrar preguntarle cada día al regresar de la escuela: «¿Hiciste una buena pregunta hoy?» 

  • Adaptar el mensaje a cada niño

La Hagadá describe a los cuatro hijos: el sabio, el malvado, el simple y el que no sabe preguntar. Esto nos recuerda que cada niño tiene su propia forma de aprender y comprender. El desafío para los padres es reconocer las necesidades individuales de sus hijos y adaptar las enseñanzas a sus niveles e intereses. Este enfoque diferenciado es clave para una educación significativa. Y aquí no podemos dejar de lado al quinto hijo que menciona el Rebe5, aquel que ni siquiera está presente en la mesa del Séder, porque ha perdido toda conexión con su identidad judía y desconoce completamente la existencia del Pésaj y de su significado. El Rebe enfatiza que la misión de la comunidad judía es no olvidar a ningún niño judío y que se debe hacer un esfuerzo especial antes de Pésaj para atraer de vuelta a esos «hijos perdidos» y asegurarse de que todos los niños, sin excepción, tengan un lugar en la mesa del Séder. La solución no está en la asimilación, sino en fortalecer la identidad judía con orgullo y amor.

  • Conectar la memoria colectiva con el relato personal

Pésaj no se trata solo de relatar la historia colectiva de la salida de Egipto, sino también de conectarla con la experiencia personal. Recuerdo que mi abuela, Z”L, nos contaba en cada Séder cómo en su infancia tomaban una servilleta con matzá y colocaban el “paquete” sobre uno de los hombros y se preguntaban unos a otros en árabe “¿Quién eres?, ¿De dónde vienes?” y luego cambiaban al otro hombro y preguntaban: “¿A dónde vas?”. Las respuestas eran “Israel”, “De Mitzraim”, “A Ierushalaim”. Al compartir historias familiares y conectarlas con el relato bíblico, los padres (y abuelos) crean un puente entre el pasado y el presente, ayudando a sus hijos a encontrar su lugar dentro de la narrativa judía. Avraham Infeld (2018), quien creó el modelo de «la mesa de las cinco patas» para explicar qué es el judaísmo, dijo: “El propósito de la educación judía, y el único propósito de la educación judía, es cómo tomar a cada judío como individuo, abrir su mente y ayudarle a conectar su memoria personal con la memoria colectiva del pueblo judío6.

  • El sentido de pertenencia

La Hagadá de Pésaj es un relato colectivo, la historia de un pueblo -nuestro pueblo- que fue esclavo en una tierra extraña y por providencia divina fue liberado. Cantamos y repetimos: «Avadim hayinu» – «Fuimos esclavos» en un nosotros inclusivo que me recuerda nuevamente a mi abuela cuando, refiriéndose a los shamim7, hablaba de “los nuestros”. No obstante, la Hagadá presenta al hijo malvado que se hace a un lado al preguntar “qué es eso para ustedes”, excluyéndose del grupo y perdiendo conexión con el colectivo judío. Aunque desafiante, este hijo sigue formando parte del marco de la tradición judía y es nuestro deber hacerlo sentir parte y encender en él la llama del interés y el amor por nuestra tradición, que es su propia herencia. 

  • Libertad y responsabilidad: valores en equilibrio

El éxodo de Egipto no solo nos liberó de la esclavitud, sino que nos condujo a la responsabilidad de recibir la Torá. “Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada [jarut] sobre las tablas” (Shemot 32:16). Dice el midrash en relación a este versículo “no leas jarut (tallado) sino jerut (libertad)”. La libertad no consiste en hacer lo que uno quiere, sino en aprender a discernir el bien del mal y utilizar con responsabilidad nuestro libre albedrío. Debemos enseñar a nuestros niños que la verdadera libertad implica tomar decisiones con conciencia y compromiso, inculcando en ellos valores éticos y morales que los guíen en su camino hacia la autonomía y la convivencia armónica con el prójimo.

  • La celebración como herramienta educativa

La celebración de Pésaj incluye alimentos simbólicos, relatos, cantos y rituales que promueven una experiencia multisensorial que deja huella en los niños. De aquí aprendemos que el aprendizaje no tiene por qué ser rígido o aburrido, sino que puede ーy recomiendo que lo seaー divertido, lúdico y vivencial. Al relato de la Hagadá se le pueden sumar disfraces, juegos y actividades que involucren a cada uno de los miembros de la familia. Del mismo modo, incorporar música, juegos, arte y dramatización en la educación de los niños puede hacer que los valores y conocimientos sean más accesibles y memorables. 

  • La construcción de un mejor futuro depende de nosotros

La mitzvá de «vehigadtá lebinjá» – “Le relatarás a tu hijo” no termina con el Séder; es un proceso continuo. Los padres y madres tienen la responsabilidad de cultivar en sus hijos el amor por su judaísmo y fortalecer en ellos su sentido de pertenencia, asegurando la continuidad del judaísmo en las generaciones futuras. Cuando cantamos “leshaná habaá b’Irushalaim” (“El próximo año en Jerusalén”) lo hacemos con la certeza de que estamos más cerca de la tan ansiada redención, gracias a la constancia y el esfuerzo que ponemos en cada acción educativa. En palabras de Gal Gadot: “Es momento de transmitir a nuestros hijos el amor por quienes son. ¿Y quiénes somos? Nosotros, el pueblo judío, somos un pueblo antiguo con una historia ancestral en una tierra ancestral. Somos el pueblo que celebra la vida. Trabajamos por un futuro mejor y más pacífico. Enfrentamos el odio cuando lo encontramos, pero lo hacemos con amor, siempre esforzándonos por hacer del mundo un lugar mejor”8.

A modo de conclusión
¿Cuál es la conexión entre los nietos y la paz? Es, ciertamente, que quien piensa en los nietos se preocupa por el futuro, y aquellos que piensan en el futuro hacen la paz. Son aquellos que piensan constantemente acerca del pasado, en el deprecio y la humillación y la venganza, los que hacen la guerra. (Rav. Jonathan Sacks).

La crisis de la educación judía no se resolverá solo con mejores escuelas o programas extracurriculares. Necesitamos una revolución educativa que devuelva el protagonismo a los hogares judíos. «¿Quién es sabio? Aquel que aprende de todos» (Pirkei Avot 4:1), y el primer maestro de un niño debe ser su padre y su madre. Es cierto que, en el mundo moderno, el tiempo y los recursos son limitados. Sin embargo, integrar la educación judía en el hogar no requiere horarios adicionales sino pequeños cambios en la vida cotidiana. Se puede dedicar quince minutos a la semana a estudiar juntos, conversar sobre la Parashá en la cena de Shabat, cantar canciones judías en el auto, usar frases en hebreo en el día a día, leer historias del Tanaj antes de dormir o hacer preguntas que fomenten en los niños el pensamiento crítico. Como padres, debemos preguntarnos qué podemos hacer por la educación judía de nuestros hijos. Como judíos, debemos cuestionarnos qué estamos haciendo por nuestro propio judaísmo adulto.

En un mundo donde la educación judía enfrenta retos sin precedentes, los padres y madres debemos recordar que nuestro rol es insustituible. Las escuelas y comunidades pueden ser aliadas fundamentales en la educación de nuestros niños, pero la transmisión de la identidad judía comienza en casa. Como enseña el Talmud (Kidushin 29a9), es una responsabilidad obligatoria de los padres enseñar Torá a sus hijos. No se trata solo de conocimientos, sino de una tradición viva que se transmite con amor, compromiso y acción. En tiempos de crisis, la solución no está en delegar, sino en asumir la responsabilidad con renovado entusiasmo. La educación judía es un legado que pertenece a cada familia, y su continuidad depende de la dedicación y el compromiso de cada una.

Este Pésaj, mientras nos reunimos alrededor de la mesa festiva a relatar la historia del Éxodo, recordemos que somos los narradores de la historia judía para la próxima generación. La pregunta no es si nuestros hijos recibirán educación judía, sino quién se las dará. Que el mensaje de Pésaj nos inspire a asumir con amor y responsabilidad nuestro rol como los primeros y más importantes educadores judíos de nuestros hijos.

  1.  «La palabra hebrea para “crisis” es mashber, que también significa taburete de parto. En hebreo, las crisis no son solo oportunidades, son dolores de parto. Algo nuevo está siendo gestado, Es por eso que, en 4.000 años, los judíos han sobrevivido a todas las crisis y han resurgido aún más fuertes que antes». (Rabbi Jonathan Sacks, Letters to the Next Generation, Letter 2).

  2. A fines de facilitar la lectura, utilizaré a partir de aquí el colectivo “padres” para referirme a “padres y madres”, y el de “hijo” o “hijos” para referirme a hijos e hijas por igual.

  3. La lectura del Shemá Israel, rezo central judío.
  4.  (Devarim –Deut.– 6:7).

  5. La cita proviene de una carta del Rebe de Lubavitch, Menajem Mendel Schneerson, fechada el 11 de Nisán de 5717 (1957).

  6. @JDOVTalks. [JDOV] (25 abr 2018). The Five Legged Table (subtitled), Avraham Infeld, JDOV Talk [Video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=0PsTXy6n55w 

  7.  Shamim es una forma de denominar a los judíos de ascendencia Siria provenientes de Damasco. Otros gentilicios igualmente utilizados para los judíos sirios son esmerlíes (quienes provienen de Esmirna) y halevíes (de Alepo).

  8. ADL [Anti-Defamation League] (17 mar 2025). Gal Gadot recibe el Premio al Liderazgo Internacional de ADL | Never Is Now 2025 [Video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=0lDHzj4XEvw 

  9. El padre está obligado respecto de su hijo a circuncidarlo, redimirlo, enseñarle Torá, desposarlo y enseñarle un oficio. Según algunos, también debe enseñarle a nadar. (Kidushin 29a)

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