Tamara Kullock y Julieta Sprejer (Buenos Aires, Argentina)
Sobre las autoras:
Tamara Kullock
Profesora de la carrera de Ciencias Antropológicas de la UBA, MA en Educación Judía de la Universidad Hebrea de Jerusalem. Egresada del Seminario Rabínico Latinoamericano, del Instituto Abarbanel y del Majón Greemberg. Actualmente, y desde hace 8 años, trabaja como docente en la escuela Secundaria Martín Buber y se encuentra realizando una diplomatura de gestión educativa en FLACSO.
Julieta Sprejer
Especialista en Tecnología Educativa, UBA. Licenciada y Profesora en Ciencias de la Educación, UBA. Trabaja hace más de 10 años en la Escuela Martín Buber, en el área de Buber Virtual, diseñando proyectos de Innovación en conjunto con el área de Estudios Judaicos.

A lo largo de este artículo presentaremos una experiencia de codiseño con estudiantes de los actos escolares del área judaica en la escuela secundaria de Buenos Aires “Martín Buber”. Se trata de un proyecto de trabajo interdisciplinario de docentes y en colaboración con estudiantes, donde el diálogo y el encuentro con el otro son lo que prima al momento de rediseñar y repensar los espacios de los actos escolares.
Introducción y marco de estudio
Las escuelas, independientemente de sus diferencias —pública/privada; inicial/primaria/secundaria—, tienen protagonistas, espacios y eventos comunes: recreos, aulas, estudiantes, personal docente y no docente, patios, sala de maestros y clases. Uno de esos espacios de encuentro por excelencia, en donde no solo se recuerdan efemérides, sino que se marca de alguna forma la política-ideológica de las instituciones, son los actos escolares. Actos que, por lo general, son armados por docentes o coordinadores para estudiantes, familias, otros docentes no afectados a su armado y personal institucional.
A lo largo de los años, los actos se consolidaron como modos de expresarse, pensar y decir de “la escuela”: palabras que se eligen con un sentido, canciones de cantautores con determinados contenidos, silencios, videos, invitados/as. Un sinfín de ideas que, sin dejar de ser creativas, siempre comparten un trasfondo común: son actos pensados por los adultos/as para los adolescentes/niños/as. Con el correr del tiempo, y estando en un contexto en donde repensamos el lugar de los adultos en todos los ámbitos —incluido el de la educación—, esta práctica que “hasta ahora resultaba posible, se nos vuelve agobiante”: estudiantes apáticos/as, desganados/as, que piensan en los espacios de los actos como “pérdida de hora de clase”, no ven su potencial ni su fuerza; y, en muchos casos, no quieren participar en ellos (o lo hacen siendo disruptivos y no prestando atención).
Teniendo en cuenta este escenario que existe en los diferentes contextos de educación formal, en la Escuela Martín Buber (institución en la cual trabajamos) comenzamos a resignificar y a rediseñar la manera de habitar los actos escolares, creyendo fuertemente en el codiseño como metodología y filosofía educativa. Somos una escuela judía, pluralista, bilingüe, fuertemente comprometida con Medinat Israel. Las ideas humanistas de Martín Buber palpitan en nuestro trabajo cotidiano y en nuestra concepción del mundo, y son llevadas a la práctica en cada una de las actividades y construcciones que hacemos. Creemos además que:
“Volver a los estudiantes partícipes del desarrollo de los proyectos que van a abordar como estudiantes, involucrarse en la toma de decisiones y hacerlos partícipes de sus procesos de aprendizaje nos acerca de una manera distinta y nos invita a soñar en conjunto” (Maggio, 2023).
Entendemos entonces al codiseño como una oportunidad para que los y las estudiantes se sientan corresponsables de lo que sucede en la escuela y, de esa forma, se apropien del contenido de una manera más interesante y significativa para ellos/as. Tenemos la convicción de que los y las estudiantes deben tomar el protagonismo en la organización de los mismos —es decir, su agencia—, sabiendo que serán mañana los futuros líderes de las comunidades judías que habitamos. De esta forma, comenzamos a escuchar y a dialogar con estudiantes sobre qué son para ellos/as los actos y sobre cómo podemos dotar esos espacios de sentido y significado para ellos/as. Pusimos en práctica una de las enseñanzas de Martín Buber: “Actuar es crear; inventar es encontrar; dar una forma es descubrir”, una reelaboración que era por demás necesaria en una escuela donde, por definición, todo es experimentación. Y, siguiendo con Buber, creemos que: «No hay en el mundo ninguna experiencia más íntima que el encuentro con el otro”. Estos diálogos, con estudiantes de 5to año, marcaron un antes y un después en el arte de preparar los actos. De a poco, atreviéndonos a innovar, vimos crecer a nuestros/as estudiantes: los/as vimos planificar, coordinar, producir y ejecutar sus propios actos. Gestionar tiempos, espacios de trabajo, coordinar actividades, organizar roles y gestar ideas diferentes. En este devenir, los acompañamos con nuestra mirada, haciendo sugerencias y poniendo todo lo necesario logísticamente para que los actos resulten. De esta forma, asistimos a espacios de encuentro en la escuela en donde quienes participaban como “espectadores” veían con respeto y admiración a los interlocutores de su misma edad o algunos años más grandes que ellos/as.
Estamos convencidos de que la identidad de nuestra escuela se fortalece al establecer un diálogo permanente con nuestras raíces y con la cultura que se desarrolla en nuestro tiempo para que, de este modo, nuestros estudiantes estén mejor equipados en el camino que les toca transitar hacia el futuro. Martín Buber se refirió en su obra al diálogo creativo y creador de Am Israel y al sionismo como un movimiento de renovación de la cultura judía. Medinat Israel representa la concreción del ideal buberiano en todas las expresiones de su cultura en general y de la innovación tecnológica en particular.
Así transcurrió el 2023, con actos del área judaica pensados por y para los estudiantes, con nuestro acompañamiento y mirada. Y de repente, la realidad nos sacudió. Esa realidad tuvo un nombre y apellido: 7 de octubre. Esta fecha marcó un antes y un después en nuestras vidas como judíos en general y en el ámbito escolar en particular: una marca, un hito, que era necesario atravesar y, de hecho, seguir atravesando. Ya nada podía ser lo mismo, porque nosotras no éramos las mismas. Una marca que iba a estar presente en todos y cada uno de los ámbitos de nuestra institución.
Cuando arrancó el ciclo lectivo 2024 sabíamos que uno de los desafíos que íbamos a tener que afrontar era el de planificar los actos escolares de la forma en la que lo veníamos haciendo, cocreando con los y las estudiantes, sin pasar por alto el 7 de octubre. Estábamos convencidos de que era importante seguir con esa metodología, ya que era una forma de darle voz a los sentimientos y pensamientos de los/as estudiantes, a la vez que podía ser una forma de sanar (aunque sea mínimamente) esa herida que aún sigue abierta. Así pensamos los diversos actos, atravesados por reflexiones y preguntas relativas al 7 de octubre: el 17 de marzo —aniversario del atentado a la Embajada de Israel en Argentina— y el antisemitismo tan vigente en nuestros días; Pésaj y el concepto de liberación atravesado por los 132 secuestrados que hasta abril estaban aún en Gaza; la Shoá y la necesidad de levantar la voz para decir fuerte “Nunca Más”; entre otros. En este artículo en particular, nos queremos detener en narrar la experiencia de la planificación del acto alusivo al aniversario del 7 de octubre, un acto que significó un desafío en cuanto al contenido y a la participación de los estudiantes, dado que se trata de algo que sigue sucediendo y nos sigue atravesando todos los días.
Caso de estudio: Acto conmemorativo del 7 de octubre
Estábamos en agosto del 2024 y sabíamos que el próximo acto a planificar era el referido al 7 de octubre. Esto nos proponía nuevos desafíos. Por un lado, no había antecedente de un acto así. Si bien en Argentina estamos (lamentablemente) acostumbrados a recordar por medio de actos dos atentados terroristas, los hechos del 07.10 eran diferentes. En gran medida porque se trata de algo contemporáneo a los estudiantes y docentes y porque, además, es un hecho del cual todavía estamos viviendo sus consecuencias y sus tragedias; y aún no tenemos la suficiente distancia temporal para poder asimilar y racionalizar —si es que acaso es posible— todo lo que pasó. A pesar de todos estos desafíos, teníamos que armar un acto siguiendo la metodología de trabajo instalada: que los y las estudiantes sean los y las protagonistas de su contenido y ejecución.
Con el correr del tiempo logramos instalar una metodología de trabajo diferente, que produjo que muchos estudiantes de todos los años se acercaran voluntariamente a sugerirnos ideas y a pedir ser parte de la propuesta. Había una necesidad de los y las chicas de poder expresarse y, de alguna forma, canalizar e intentar elaborar sus sentimientos post 7 de octubre (sobre todo, tuvimos muchas ideas y proyectos presentados para hacer en la semana del 7 de los y las estudiantes que se encontraban en Israel al momento del atentado de Hamás, dentro del proyecto Jail).
Para comenzar, formamos un equipo interdisciplinario de docentes referentes que iban a guiar a los/as estudiantes, conformado por docentes del equipo de Historia, Estudios Judaicos y del Departamento de Tecnología Educativa. Una vez delineado el encuadre, convocamos a estudiantes de 7mo grado a 5to año para que sean quienes piensen qué compartir, planifiquen y armen el material. La consigna de trabajo giraba en torno a la potencia del arte para expresar hechos, transformar el dolor y canalizar los sentimientos de todos quienes atravesamos el 7 de octubre, posicionando al arte como una vía privilegiada para atravesar traumas colectivos. De esta forma hubo estudiantes de 7mo que crearon poesías sobre sus reflexiones referidas al 07.10; estudiantes de 5to y 3er año decidieron cantar canciones alusivas —October Rain y Tajzor—; chicos de 4to año que escribieron un relato a partir de las historias reales de diferentes personas secuestradas en Gaza y estudiantes de 1ero y 2do que compartieron cartas personales y poemas de escritores israelíes.
El acto transcurrió con un nivel de compromiso y seriedad impactantes. Los alumnos de la escuela escucharon con atención a sus pares que dirigían el acto, quienes compartieron sus sensaciones y vulnerabilidades, acompañaron respetuosamente y se conmovieron con el contenido planteado; que lejos estaba de mostrar golpes bajos, sino que hablaba de resiliencia y de poder seguir a pesar del dolor, construyendo un futuro de paz, una palabra que cada vez sentimos más lejana.
Fuimos testigos como docentes de un trabajo de codiseño y cocreación con estudiantes sin precedentes. Si bien está instalada en la escuela la idea de que los actos se hacen en conjunto, este fue superador: por el contenido y porque, a diferencia de otros actos, involucró a estudiantes de todos los niveles, lo que produjo una gran sinergia, polifonía de voces y una sensación de que todos podemos aprender de todos, sin importar la edad ni el rol específico dentro de la institución escuela.
A continuación, presentamos algunos fragmentos de los textos elaborados por los/as estudiantes para compartir con sus pares en el acto, al mismo momento que lo lideraban.
Fragmentos de las palabras de una estudiante de 1er año, israelí, que se encuentra transitando su escolaridad en Buber desde antes del 07.10:
“…Hola a todos, tal vez me vieron en los pasillos del colegio o hablando en hebreo, pero quizás no me conocen. Me llamo Tamar y soy del Kibutz Erez, del sur de Israel, a solo setecientos metros de la franja de Gaza. Me mudé a Argentina por un tiempo y llegué un mes antes del siete de octubre. Hoy quiero hablarles del Otef, la zona donde está mi casa, donde vivía antes del siete de octubre y cómo yo la conozco. Mi casa, el lugar donde nací y crecí.
En general, la imagen de este lugar es bastante negativa, al punto de que muchas personas no le ven sentido a vivir allá. Sin embargo, para mí esto no es así: el lugar donde crecí es diferente. Cuando pienso en el Otef, no pienso en los peligros de vivir ahí. Pienso en las personas, en los paisajes, en los paseos, en las experiencias y en los recuerdos, en mis amigos y en la comunidad. Para muchas personas el Otef es un lugar relacionado con la muerte, la destrucción y el miedo, pero a pesar de todo es donde yo me siento segura.
(…)
Después de ese fin de semana, volví al colegio shockeada, y entendí que no iba a existir más el Otef que conocía, porque algo había cambiado, y que mucha gente del Otef no iba a estar de la misma manera, ni yo tampoco.
Si bien no estuve en riesgo como ellos, podría haber sido yo, podría haber sido mi familia o cada uno de mis amigos. Pero a pesar de todo, al final, (אני אחזור לעוטף, לבית שלי ) voy a volver al Otef, a mi casa, aunque a un otef diferente. Pero nuestra misión es la misma: levantarnos juntos, reconstruirlo y, a pesar de todo, seguir adelante…”
Poesía escrita por estudiantes de 7mo grado:
Nuestra luz
Un año
Las familias no saben dónde están
¿Tienen frío? ¿Tienen miedo?
Desesperación total
Vos estabas yendo al club
Vos, yendo a trabajar
Ellos fueron a una fiesta
Sin saber que su mundo se iba a paralizar
Cada persona es una luz
Que brilla hasta que llega su día
Y cuando toca partir
Desde el sol nos iluminan
Hace un año que ellos no ven la luz
Y nosotros no podemos ver la suya
No sabemos dónde están, si viven, si comen
Quisiéramos que la vida fluya
Quedaron en una luz neutra
En un tiempo suspendido
7 de octubre 2023
¿Dónde están mis amigos?
Queremos que vuelvan a casa
A tener una vida normal
Que su luz siga brillando
Bring them home now
A modo de conclusión
A lo largo de estos años que venimos trabajando esta nueva mirada de concebir los actos escolares, al terminar muchos de éstos escuchamos a cada vez más estudiantes decir “yo quiero estar ahí el año que viene”. Así, sin darnos cuenta, no solo le dimos a los actos escolares una mirada diferente —actos pensados de adolescentes para pares—; sino que instalamos en la escuela una nueva “tradición”, en la cual los estudiantes, lejos de mostrar apatía, quieren poder ser parte de esos espacios y liderarlos. Una “tradición” que tendrá como desafío no volverse obsoleta ni perpetuarse, sino que tendrá la característica de poder repensarse y rearmarse las veces que sea necesario. Una tradición dinámica que tenga como eje central el diálogo y el encuentro que nos inspira Buber entre docentes y estudiantes; en donde se tejen redes de reciprocidad y de intercambio dialógico entre cosmovisiones diferentes, acercándonos a una relación del tipo yo-tú para llegar a un contenido significativo y relevante. Esta experiencia nos confirmó que “vacilar, animarse a lo desconocido, es fuente de invención”.
Probablemente haya quienes aún no compartan esta mirada: gente que se ponga nerviosa al ver un acto en donde hay espacios de juegos, de ruido, de risas; personas que se sientan incómodas con la posibilidad de no controlar las variables. Desde nuestra escuela, con este proyecto de gestión de los actos por parte de los estudiantes, vimos cómo crecen, cómo gestan ideas, cómo innovan juntando lo impensado y cómo también se equivocan y recalculan. Nosotros, como docentes que acompañamos este proyecto, aprendimos cómo desde una ruptura, una incomodidad, un accidente, pensamos un desvío y logramos armar una tentativa que, en la práctica, salió (y sale) muy bien; incluso cuando trabajamos contenidos sensibles. Y, lo más importante, genera compromiso en los/as estudiantes que se apropian del espacio y le dan un valor diferente.
Bibliografía
Duschatzky, S. (2023). Pedagogía de la interrupción. Paidos Argentina.
Maggio, M. (2023) Híbrida, enseñar en la Universidad que no vimos venir. Tilde Editora, Argentina.

Mural Buber Shar: Se trata de un póster que hicieron estudiantes de una división relacionado al festival de música israelí Buber Shar, en donde eligieron un tema relacionado al 07.10