
Elio Kapszuk, es curador, gestor y productor cultural. Dirige el Departamento de Arte y Producción de AMIA. Fue director de programación y curaduría del Centro Cultural Recoleta Co-creador del primer posgrado de Arte, Comunicación y Memoria AMIA y FLACSO. Se ha especializado en la realización de acciones por la memoria y la creación y realización de muestras centralizadas en el binomio arte- memoria. En mayo de 2024 fue declarado personalidad destacada de la cultura por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Presentamos a continuación la segunda parte de la conversación mantenida con Elio Kapszuk. La primera parte puede leerse aquí
A pocos días del aniversario del atentado a la AMIA, sea este nuestro homenaje.
Elio: Bueno, básicamente, Amia, desde el año 94, decidió y esto es muy importante, trabajar parte de su misión institucional a través del arte. Como habíamos dicho, el arte no necesariamente tiene que transmitir una idea, cuando uno va al museo no es indefectible que tenga que preguntar qué quiso decir el artista, pero cuando lo hace es una herramienta muy poderosa de comunicación y de comunicación empática, que significa acercar la brecha entre, teóricamente, víctima y espectador. ¿Cómo hacer que algo que se visualizó como muy puntual a la comunidad judía sea percibido como un atentado a la Argentina? Y estafue la misión fundamental. Nosotros desde muy temprano, en el año 94, nos dimos cuenta que no teníamos que convencer a convencidos, sino ver que la comunicación, que todas las acciones tenían que estar vinculadas a entender, no como acto de solidaridad con un otro, sino como un acto de defensa de una sociedad contra el terrorismo.
Esto, que dicho hoy es muy fácil, fue un gran trabajo y un aprender en esa conceptualización. Quizás teníamos este pensamiento, porque de alguna manera más precaria decíamos lo mismo en el año 94, pero fuimos aprendiendo tanto en el hacer como en el pensar. El pensar y el hacer como un ejercicio permanente en busca de poder lograr este objetivo.
Tengo una pregunta, porque lo decís como si fuera una cosa muy obvia.
Pero me imagino que hubo quienes estuvieron en contra de esa postura. O sea, es como diluir la dimensión de la víctima, que son los judíos, y ponerla en un entorno nacional mucho más amplio. Hay algunos que me imagino que dicen, no, loco, esto fue de verdad un atentado contra los judíos. ¿Por qué me lo diluis con esto? … O sea, me pregunto, esa línea es táctica o estrategia.
Piensa y luego comenta:
Elio: A ver, creo que hay una esencia del trabajo inclusivo de arte y memoria que el secreto es esta palabra que dije al principio, que es: “también”. Nosotros no compramos más el esto o aquello, es blanco o es negro, es “también”.
Y nosotros nunca dejamos de decir que el epicentro, que el objetivo, que tenía que ver con la comunidad judía, con la AMIA, es si nosotros somos parte o no de una sociedad general. Y en ese sentido me parece que era el trabajo.
No hubo segundas voces vinculadas a esto, pero quizás en algún momento cuando nosotros ampliamos el reclamo o las acciones ampliaban los reclamos en general, algunas voces en las redes se podían escuchar, pero siempre minoritariamente. Pero, sobre todo, ¿por qué nos metíamos con esto? A ver, básicamente no estaba vinculado con diluir algo, sino generarlo como parte de la identidad de un país. Un país, una sociedad, es aquello que elige recordar.
Cuando lo que elige es recordar, que habíamos dicho en el capítulo1 anterior, qué es lo distinto entre memoria e historia, cuando está eso, es parte constitutiva de su ser. Entonces, una de las frases más importantes de nuestro trabajo, que iba teniendo muchas cosas, era ¿de qué no nos tenemos que olvidar los argentinos? Y no solamente empezamos a pensar que de la única manera de que uno sienta propio algo que era propio, pero que percibía como no tan propio, también tenía que ver con nuestra propia mirada. Y nuestra propia mirada estaba vinculada también a percibir lo propio, algo que tampoco percibíamos como propio, que tiene que ver con las cosas que pasan en la sociedad en general.
Voy a hacer un paréntesis. Obviamente que no lo tengo preparado, pero acá hay un tema de bisagra de trabajo sobre temas de memoria. Y es una anécdota: En el año 83, los madrijim de Hebraica fuimos a una marcha que nos había propuesto en ese momento nuestro director Sergio Eisenberg, del Movimiento Judío por los Derechos Humanos, y en el obelisco había carteles de campos de concentración en Alemania nazi y de los campos de concentración y tortura en la Argentina. Me acuerdo que cuando volvimos, alguien de la organización de Sheerit Hapleitá2 estaba muy mal y pidió una entrevista con los madrijim y nos explicó que estaba muy mal juntar los temas. Porque cuando se juntaba, se banalizaba porque se comparaba con algo que no tenía comparación.
Bueno, eso que no está ni bien ni mal. Habla de procesos históricos, de trabajos, habla de conceptualizaciones. Yo siento que, con muchas acciones, con muchísimas acciones, fuimos trabajando, tratando de mostrar a propios y ajenos, porque esto no es solamente de los sobrevivientes de la Shoá, también lo toman organismos de derechos humanos que a veces creen que irse temáticamente de un tema puntual los aleja de su misión.
Lo hemos trabajado. El concepto es que existe una sola memoria. Una sola memoria en el tema de los detractores de la memoria, los que dicen que hay que soltar, los que dicen que te tira atrás, que te hunde en el fondo del mar.

Y estamos nosotros que decimos que es imposible construir futuro sin memoria desde el presente. Ese concepto atraviesa, junto con la pregunta qué no nos tenemos que olvidar los argentinos, casi todo nuestro trabajo. Algo muy emblemático de esto es que en el año 2010, por el Bicentenario de la Argentina invitados a la Feria del Libro de Frankfurt. Y la Cancillería nos invitó a nosotros a que hagamos una muestra muy importante, quizás de las muestras más importantes que hicimos en el exterior, en el Museo Judío de Berlín, y en el Museo Judío de Frankfurt.
Y en el de Berlín, que teníamos un lugar muy específico, había muchas instalaciones. Una de las instalaciones fue que juntamos tres acciones que se hicieron en forma separada, pero que tenían un mismo lenguaje artístico. Uno son los Stolps, los de bronce, que se llaman Stolpersteine3, en alemán. Los adoquines de bronce que marcan. Juntamos eso con las baldosas que hijos y familiares desaparecidos empezaron a poner en todas las casas donde se llevaron a la gente.
Y juntamos con las baldosas de las víctimas del atentado de la AMIA, que están puestas entre Corrientes y Córdoba. Y armamos la calle de la memoria en el museo. Adicionalmente poníamos lugares vacíos para que la gente pueda también escribir a quien quería recordar.
Esto, de alguna forma, quizás sintetiza mucho el trabajo. Primero, la inclusión, de que no nos tenemos que olvidar en términos generales, que lejos de diluir, potencia lo propio, donde ninguna de las tres cosas desaparece, sino que se potencian, no se diluyen, no pierden. Y por el otro lado, algo que atraviesa muchísimo, esto sí es estrategia, que es el lugar de la participación.
El arte vinculado a la memoria tiene que interpelar, tiene que ejercer la pregunta y la indignación, o el sentimiento que vos quieras, y eso hay un punto que ya te trajo de donde estabas, ahí lejos, te pone cerca. Pero hay algo que te pone aún más cerca, que es cuando con tu mano, con tu cuerpo, con tu cara, hay una acción en la cual dejás tu impronta ahí, o escribiste, o esa acción te sella de alguna forma un compromiso, un vínculo. ¿Se puede hacer siempre? No, pero si vos ves, y ahora estoy pensando en términos como me pediste esto, como muy volando por arriba, si tenemos que contar los tips, si tenemos que contar aquello que siempre estamos analizando, es estas dos perspectivas.
El tema de poder incluir una visión más general, por un lado, y por el otro lado, esto que decía de la participación. Ahora, no siempre es lo mismo, estoy saltando en los tiempos y no estoy yendo a nada puntual, a nada, ni siquiera a esto de lo de Alemania. ¿Esto qué significa? Otra cosa que aprendimos es que, la memoria, la creatividad sobre acciones de memoria, es un ejercicio creativo, es un ejercicio permanente, desde la creación colectiva, en la cual la herramienta más importante no es la creatividad propia, sino la de escuchar.
Yo te puedo describir el proceso creativo de cada uno, y todos en algún lugar tienen poder de escuchar. O surgieron de un comentario de los familiares, de un comentario de las víctimas sobrevivientes. A veces hay que hacer un ejercicio para que los comentarios buenos no se transformen en elogios, sino en motivadores, y que los malos no sean solamente críticas, sino que puedan ser también un despertador para acciones. Esto es un tema principal, que es el escuchar.
Hay muchísimas acciones de muchísimas causas en el mundo en las que hay quejas. Bueno, pero se hizo tal película y no nos vinieron a consultar, bueno, no significa que hay que hacer lo que están diciendo, pero hay algo que no puedo dejar de hacer que es escuchar. Eso es una de las cosas que aprendimos.
Otra de las cosas que aprendimos es que lo que uno cree con mucha fuerza hoy, quizás tiene que ser cambiado mañana. 30 años. Es enorme.
Entonces, esta idea de que no teníamos que convencer a convencidos es un péndulo. ¿Por qué? Porque empezamos a trabajar muy fuerte con la sociedad argentina y hoy, el hecho de mayor recordación que tiene la Argentina, después del 24 de marzo, es el atentado a la Amia. No lo tiene el Caso Cabezas. Esto es un dato objetivo, ni bien ni mal. No lo tiene ni siquiera Malvinas. Durante un mes, un mes entero, en los medios de comunicación en las redes sociales se habla del tema Amia.
En un momento nos dimos cuenta, en la mitad del camino, que había una porción muy importante, en ese momento el 45% y casi el 60% de gente que no tenía memoria vivencial.
Entonces, ahí surgió otra gran pregunta que fue también un quiebre para nosotros y un eje para nuestro trabajo: ¿cómo se construye memoria sin recuerdos propios? Entonces, ahí cuando empezó a haber una generación entera que no tenía dónde ir para recordar, porque una cosa es hacer una acción en la cual yo genero un estímulo para que vos traigas al presente aquello que pasó en el pasado y lo hagas presente. Eso para nosotros que fuimos de la generación del atentado.
Ahora, si una persona no es de la generación del atentado, ¿cómo construir eso? En ese sentido empezamos también a trabajar en forma interna y nunca dejamos de trabajar para el público interno Nunca dejamos, suena feo, pero en un momento con el cambio generacional teníamos que también poner mucho el foco ahí. Entonces, ¿cómo se construye memoria sin recuerdo? Lo hicimos, como hacemos todas las acciones, en 360 grados.
Uno, lo más importante, es cómo el testimonio de otro, el testimonio, se transforma en memoria colectiva para que uno pueda acudir a ese lugar y tomarlo como propio. ¿Qué es un testimonio? Bueno, eso es algo que desarrollamos y aprendimos en alguna forma, hasta intuitivamente, y que fuimos generando un campo de desarrollo intelectual en el cual íbamos escribiendo aquello que decíamos que hacíamos. Entonces, un testimonio es, por supuesto, un familiar de una víctima. Eso es un testimonio. Un testimonio es también el testimonio de una víctima sobreviviente. Un testimonio es alguien que estuvo en el momento a través de tareas periodísticas o de rescate.
Pero también un testimonio es una obra de teatro. Un testimonio es una obra de artes visuales. Un testimonio es una película de ficción. Una película de ficción también puede ser un testimonio. Todo eso construye, si uno lo hace bien, esta memoria colectiva donde uno puede ir a abrevar cuando no tiene recuerdos propios. ¿Cómo lo trabajamos en este sentido? Bueno, en un momento elegimos la víctima a Gabriela Rodríguez, que tenía ocho meses cuando asesinaron a su mamá.
Quiero decir algo, que yo creo que lo hago de manera natural, pero que no es natural porque es algo que trabajamos. Al principio decíamos, “las víctimas que murieron”. Es muy importante en el tema de la comunicación las palabras que se usan. Las víctimas no murieron, a las víctimas las asesinaron. Yo no tengo parientes que murieron en la Shoá, no, fueron parientes que los masacraron en la Shoá, que los asesinaron. Nosotros hablábamos al principio de las 85 muertes, de los 85 asesinados. Entonces hablamos de víctimas y sobrevivientes. En un proceso que inclusive después lo tomó Naciones Unidas, al principio cuando uno hablaba de víctimas fatales, me acuerdo un periodista me dice: Elito es redundante. Ah, tenés razón. Bueno, era redundante el primero, segundo año, y después nos dimos cuenta que no.
Entender fue un proceso, a nosotros nos costó 15 años entender que el sobreviviente también es víctima. Esto que uno lo dice como algo normal, fue también un proceso de aprendizaje, que después se conceptualizó. Con respecto a la pieza de Gabriela Rodríguez, actúa ella a través de la animación del Stop Motion4, tenemos al director más premiado del mundo que se llama Juan Pablo Zaramella, e hicimos con él una pieza que es animación cuadro por cuadro, con una especie de metáfora que a la justicia hay que empujarla, vos no podés hacer justicia por mano propia, pero sí podés tratar de que las cosas estén en el tapete para que no se olviden. (Puede verse en https://arteyproduccion.amia.org.ar/mama/).
Ella dice conceptualizaciones de las que nosotros fuimos trabajando. Primero, dicen que la Memoria no está de moda, dicen que no tengo recuerdo, dicen, y ella da respuestas muy concretas a de qué manera se puede construir sin un recuerdo propio. Independientemente, siempre tratamos de unir, en un momento un periodista nos pidió alguna idea, y nosotros tiramos esto de cómo se construye memoria sin recuerdos y juntamos a Dafne Cazoy y a Gabriela Rodríguez.
Dafne Cazoy, que habló hace unos días en el acto de recordación de los desaparecidos, tenía cinco meses cuando secuestraron a sus padres en una quinta y la dejaron a ella en el regazo del que cuidaba la quinta. Entonces, las dos, con una periodista psicóloga, trataron de cómo se construye memoria sin aparentes recuerdos propios…
Es muy lindo esto de esta idea de que no tenemos que olvidar los argentinos, pero ¿cómo se hace eso? Nosotros creamos varios proyectos que tenían que ver con este leitmotiv, de que no nos tenemos que olvidar los argentinos.
Primero, creamos el primer programa nacional de murales por la memoria, un mural es una obra de gran tamaño. En nuestro caso lo mandamos a hacer en bastidores para que pueda ser removible y circulante, en el cual estaban temas que nos teníamos que, de alguna forma, preguntar. Uno era “desaparecidos”, otro era “AMIA”, otro era “embajada”, otro era “Shoá”, otro era “genocidio armenio” y “pueblos originarios”.
¿Son iguales todos los casos? No, no se trata de igualar, sino que es una posibilidad de entender que estos temas, por lo menos para nosotros son importantes y que deberían constituir una identidad nacional. Ahora, en un momento, esto es un disparador, el arte como disparador. Construimos un memotest. Todos los videos están en la web, disponibles. Yo estoy como yendo más a la conceptualización. Un memotest es un conjunto de cartas.
Las cartas de memotest es un mazo con esta misma idea, de qué no nos tenemos que olvidar los argentinos, donde trabajamos con docentes y con artistas de la ilustración para construirlo. Todo es simbólico. Hicimos 30.000. Memotest, se ponen todas las cartas, hay que juntar dos iguales. Y eso tiene que ser un disparador. Hoy esto ya está en nuestra página digital y una explicación de cada caso. Caso Cabezas. María Soledad. Los Golpes de Estado. El bullying. Genocidio armenio. Muertos en Malvinas. Trabajo infantil. Xenofobia. Cromañón. Desnutrición. Holocausto. Julio López6. Atentado a la AMIA, por supuesto Atentado a la Embajada de Israel. Tragedia de Once. Y, como habíamos contado antes, también en cada mazo hay dos cartas blancas para que el grupo decida cuál es lo que ellos quieren elegir, recordar. Y después esto en términos de trabajos en las escuelas y en la vía pública. Y en un momento, en el año 97, le pedimos a León Gieco una canción que tenga esta idea de “qué no nos tenemos que olvidar los argentinos”. Y nos preguntó, ¿de la AMIA? Le dijimos: no, de todo. Bueno, demoró unos años, demoró cinco años y apareció la canción “La Memoria”. Que “La Memoria” trae un montón de cosas que no nos deberíamos olvidar los argentinos y que está, por supuesto, el atentado a la AMIA y a la Embajada de Israel7. Ahora, después nosotros hicimos el primer audiovisual que superó en una semana un millón y medio de visitas, que cuando lo hicimos no era fácil. Hay que dimensionar esto. Y que hicimos que cien artistas argentinos, en un acuerdo nacional, estén de acuerdo con la canción, más allá de la parte que les tocaba, en el peor momento de la separación de artistas, donde había artistas que no se hablaban, hicimos unidad en la diversidad. Hubo un acuerdo, sobre todo. Todo lo que estaba ahí en esa canción se acordó. Fue una experiencia humana trascendental, porque cuidamos cada uno de los detalles. Necesitábamos romper esa grieta que fue en el peor momento. Había artistas que no se saludaban y que generó ahí un espacio común donde los artistas no se querían ir. Necesitamos un lugar tranquilo. Y la AMIA hizo su video en el templo de la Soka Gakai 8.
Es una práctica budista. Nos prestaron el lugar. Fue maravilloso. Ese fue el video de León Giego con los cien artistas. De la conceptualización está, y por otro lado también marca algunas cosas estratégicas. Por ejemplo, es cómo llegar a distintas poblaciones a las cuales vos no llegas. Y vos llegas con los referentes de esas personas. Esto es muy sencillo hoy decirlo, pero esto lo fuimos aprendiendo.
¿Cómo llego a la gente joven? ¿A quién escuchan? La escuchan a Lali Espósito. Lali tiene que ser parte de esto. Por un lado, es un grupo de artistas que ponen su voz para visibilizar causas. Y por el otro lado es el canal con su gente. Y eso fue lo que multiplicó. De repente veías grupos de fans que nunca tendrían en sus redes sociales a este tipo de temática que le incorporaron. Porque le incorporaron a través de quienes admiran y se comprometen. Y también partió para romper prejuicios. ¿Por qué? Porque que haya artistas, esto lo digo para todas las artes, que no tengan el compromiso social como el eje de sus carreras, no significa que no sean solidarios, no significa que no sean comprometidos con la realidad, no significa que no sean testigos de su tiempo. Uno tiene que romper esos prejuicios. Nosotros juntamos algo que es prejuicioso nuestro, porque ni siquiera los artistas. Nosotros juntamos a León Gieco, a Víctor Heredia con Pimpinela, pero el trabajo social que hacen Pimpinela, el dúo Pimpinela y Heredia, son comprometidos con el tiempo que les tocó vivir.
Y en ese sentido, si ves el abanico que se repite en todos cuando hacemos con actores, hay algo ahí muy importante sobre no hacerse cargo de prejuicios. Algunos quizás después se corroboran, pero en principio es ponerlos en debate y en discusión y no comprar algo preestablecido.
Cuando digo que nosotros trabajamos en 360 grados, es no olvidar que nosotros hacemos lo mismo todos los años en forma distinta. ¿Cómo haces lo mismo en forma distinta? Bueno, lo primero que tenemos que aprender es que tenemos que aceptar que hacemos lo mismo.
Ahora, el tema es dónde ponemos la lente. Y la lente se puede poner en todos lados.
Y esto es muy importante para romper, y creo que lo único que sabemos hacer bien, qué es esto que estamos hablando, lo único que sé hacer bien y que hacemos, es romper y tratar de que esto que aprendimos con muchos errores les sirva a otros. Por eso creamos el posgrado de Arte, Comunicación y Memoria, que no es un posgrado sobre el atentado a la AMIA, que, por supuesto lo incluye, sino sobre las herramientas de hacer y de conceptualización que deberían servir a todos aquellos que trabajan en estos ámbitos, donde aportamos muchísimas herramientas y también muchísimas ideas, donde juntamos lo que sentimos que ha faltado en este campo de desarrollo, que es la academia con la producción. Lo que nosotros intentamos hacer en forma sui generis y después lo profesionalizamos es pensar y hacer, pensar y hacer, pensar y hacer, pensar y hacer.
Es eso. Ahora, en ese pensar y hacer, vuelvo al pensamiento de los 360 grados. Los 360 grados tienen dos grandes matices, continente y contenido. El continente es, tenés que aprender, Elio, aunque seas prejuicioso, que no hay ninguna expresión, ninguna expresión artística que no podría abordar esta temática. Nosotros hemos mirado un material de La Bomba de Tiempo y uno que rapea. Vino alguien y me dijo: “Elio, yo sé que seguramente es bueno, pero me horroricé cuando vi esto”. Bueno, no es para vos, es para otro público.
Y la realidad es que este departamento trabaja con muchísima libertad y con muchísimo respeto y con muchísima motivación de parte de los colegas de las comisiones directivas, donde hoy confían plenamente. Pero digo, nosotros en un momento, imagínate del otro lado cuando le digo, bueno, vamos a convocar a un payaso para que trabaje la temática del AMIA. Y dice, ¿cómo? No, bueno, llamamos a Piñón Fijo, que es un payaso muy conocido, con un músico muy conocido, Pedro Aznar, para que hagan una canción infantil pensando en Sebastián Barreiro, que era el nene, la víctima más chica, que tenía cinco años.
Esto es continente. No hay edades que no se puedan abordar, no hay lenguajes que no se puedan abordar, la danza, la fotografía, etc.
Y después está lo otro: el contenido. El contenido puede ser el relato, todo lo que hablamos antes de los testimonios. Puede ser el relato de una víctima, de un familiar, de una víctima fatal, de un sobreviviente, una víctima sobreviviente. Puede ser una ficción, puede ser una canción, puede ser una obra de arte, puede ser una instalación, puede ser un mural, puede ser un corredor de la memoria, un corredor de la memoria urbano. O sea, la mirada sobre quién dice lo que dice, y lo que utilizas para decir eso, esas dos cosas pueden tener 360 grados. Y no se acaba nunca, es infinito, porque la combinación es infinita. Entonces uno entiende eso, ya dio un gran paso. Nosotros al principio no lo sabíamos.
Después, qué tiene que ver la arquitectura, qué tiene que ver el espacio público con la memoria. Bueno, para nosotros no tiene que ver un todo.
En un momento empezamos a ver algunas situaciones que empezamos a estudiarlas, porque queríamos entender el arte como la posibilidad de visibilizar las tensiones. Entonces, veíamos que una vez un taxista, no lo dejaron parar en una institución, que yo estaba ahí como testigo, puteo, se enojó. A los dos o tres meses tomé también un taxi, entonces le digo voy a tal lugar, me dice: ¿el templo? Le pregunto: ¿cómo sabés? Dice: porque ahí están los pilotes. Entonces, a partir de ahí, por ejemplo, vimos que 10 años después del atentado se había normalizado la situación de los pilotes como una señalización urbana. ¿Dónde están los pilotes? Donde hay instituciones judías. Nadie se preguntaba por qué estaban ahí. Entonces, hicimos una acción en instituciones no judías, en el cual poníamos pilotes, que eso está en toda la documentación de la página. Fue para el 10º aniversario. Durante 10 días, en instituciones distintas, en el Cabildo, en la Asociación Cristiana de Jóvenes, trabajábamos en el Malva9, en el Museo de Arte Contemporáneo, en la Catedral, en la Facultad de Derecho, en el diario Clarín, poníamos los pilotes que se ponían al principio, que eran los tachos de 500 litros, e iba toda la gente intendencia, se ponían y se repartía un volante que decía de este lado y del otro lado, lo mismo es gente que sufre la impunidad.
Y, sobre todo, nos empezó a preocupar en ese momento, algo que empezamos a ver, que yo empecé a ver en mis hijos, era que el pilote era el skyline, o que era la medida de ellos, de lo que veían en términos de normalización. No es normal, nosotros tenemos que generar acciones que digan que esto no es normal.
Y eso nos dimos cuenta estudiando las cosas que pasaban o, por ejemplo, las discusiones comunitarias que a mí me sirvieron muchísimo, solamente como espectador, de si se tenía que construir el edificio en el lugar o se tenía que vender, o se tenía que dejar así todo con escombros. Y me impactó algo que dijo una persona que estaba en contra de que vendiera el edificio, pero decía, si no, de qué manera la gente va a pasar por acá y va a entender que acá pasó algo.
Y sin decirlo en ese momento, porque no me di cuenta en ese momento, pocos años después, nosotros tomamos esa consigna. Nosotros promovimos el corredor de la memoria, que nadie que venga por el Once10 y que esté en la cercanía pueda creer que acá no pasó nada. El problema de la reconstrucción es eso.
Por eso en los procesos arquitectónicos está idea de dejar algún tipo de huella que permita ver lo anterior. Bueno, esta tradición me encanta de dejar un laberinto roto para recordar. Entonces, ¿qué es el corredor de la memoria? Es una señalización urbana, es un mono que hace así y te dice, “che, acá pasó algo”.
Entonces, la estación más emblemática del Once, la estación Pasteur, hicimos todo un trabajo con la legislatura para que se le cambie el nombre y después hicimos con la empresa del Subte, que es una empresa estatal, hicimos un convenio para intervenir artísticamente el 100% de la estación. Llegás y hay un centro de interpretación donde te enterás de la información y están los dos andenes, casi 170 metros, intervenidos con obras de humor gráfico. Necesitábamos algo que te interpele muy rápido, de muy fácil lectura, casi publicitaria, en el cual se interpela en forma muy rápida temas de impunidad, de memoria.
Y después están todos los arbolitos, hoy con el nombre y el generador QR para que la gente sepa quién era cada una de las personas. En el edificio de Amia está retirado de la línea de edificación y eso dejó libre una medianera, en esa medianera quedan las únicas dos mochetas del viejo edificio.
Eso se hizo visible gracias al trabajo de un artista llamado Martín Ron, que le propusimos hacer ahí, por un lado, una escena bíblica del lugar donde suben y bajan ángeles, y en la parte terrenal el reclamo de justicia con una especie de imagen vinculada a todos los actos. Y después, dos cuadras que son los murales más importantes que tiene la Ciudad de Buenos Aires, en el Hospital de Clínicas, que nosotros decimos que ahí en Amia la humanidad mostró lo peor que tenía para mostrar, y 2 cuadras después la humanidad mostró lo mejor que tiene para mostrar. Ahí hay 3 murales gigantes.
Bueno, esta es la forma artística, por eso me importa tanto hablar de la conceptualización, pero también de la materialización.


Contame con quién trabajas, tenés un equipo ¿no?
Hay un equipo que fue creciendo, a medida que fue creciendo el trabajo, fue trabajando el equipo. Trabajamos con otros departamentos en Amia, hemos trabajado muchísimo con la gente de comunicación, con Gabriel Sherman. Nosotros interactuamos muchísimo, por ejemplo, hoy el equipo maestranza es uno de los equipos que mejor tiene la Ciudad de Buenos Aires en el montaje de instalaciones. Saben de montajes, saben de murales. Nadie construye solo, y me parece que eso es también un proceso de aprendizaje, la creación no como la iluminación.
Quizás haya genios que sí para nosotros, es un trabajo. Si lo dejamos de hacer, como lo hacemos todo el tiempo, tenemos un muy buen músculo, porque vamos al gimnasio todos los días, pero si lo dejaríamos de hacer seguramente perderíamos efectividad.
Y después está el trabajo de este maravilloso mundo de la cultura y esta sensibilidad de los artistas en los cuales se ha generado un proceso muy distinto al que nosotros empezamos. Cuando nosotros hicimos el primer recital por la reconstrucción y la memoria en el año 94, en noviembre, el atentado fue en julio, con las charlas con Fito Páez, que fue el que se puso en hombros, era la “solidaridad con ustedes”. Esto fue cambiando, fue cambiando por todos nosotros. En ese momento no me hacía ruido. Y hoy tenemos socios artistas que dicen: Elio, se me ocurrió una idea para que hagamos juntos. La empezamos a desarrollar y hay algo de eso, de que ya la solidaridad, que implica un compromiso, pero implica una lejanía sobre el hecho, pasó a ser un tema de responsabilidad social.
La AMIA, para el arte es un hecho, para la mayoría de los artistas que han trabajado con nosotros, es hoy un hecho de responsabilidad social. Lo hacen, como dicen ellos, por nosotros mismos. Y eso es un cambio trascendental.
Después hay un montón de cosas que uno se va cebando. Ahora no quiero hacer nada que no baje del millón y medio en la primera semana. Y entonces ahí siempre está bueno lo que uno aprendió en la escuela de madrijim, que es: “Chicos, se evalúa en función, no de los resultados posteriores, sino de los objetivos”. ¿Y cuál es el objetivo? Los objetivos tenían que ver con proponer herramientas para la recordación, para esta lucha desigual, porque es una lucha desigual entre memoria y olvido. Este año hicimos una de las cosas que creo que no la podíamos haber hecho antes, porque no estábamos preparados. Algo muy chiquito, pero inmenso. Creo que algo de esto hablamos en la primera, que es que a veces lo original es volver también a los orígenes. Y en el tema de los inicios están los familiares y están las víctimas sobrevivientes.
Y había algo ahí en el cual nosotros nos dimos cuenta que ya hace 10, 12 años que empezamos a trabajar mucho con los familiares. En un momento eso se fue alejando y nosotros lo acercamos. Fue una decisión institucional, pero que se viabilizó a través del trabajo artístico que fue incluyendo cada vez a más familias a través de las acciones. Pero el año pasado, en forma muy tímida, empezamos a llamar a los familiares y les dijimos: nosotros siempre hacemos vídeos de canciones que le pedimos a los artistas para visibilizar, etc. Y usamos a los artistas para llegar a sus públicos. Tenemos ganas de hacer algo distinto este año. ¿Qué te parecería si hacemos un vídeo donde cantan los familiares de las víctimas fatales? Dicho ahora, con el vídeo ya hecho, pero yo tenía miedo que nos llenaran la cara de mano. ¿Vos me estás jodiendo? ¿Vos querés que yo vaya a cantar? ¿Vos querés que yo vaya a cantar a la AMIA, al lugar donde no entré en 29 años? ¿Vos querés que yo vaya a cantar a la AMIA una cancioncita?
Primero, hicimos una consulta. ¿Qué te parecería si …? Algunos podrían no participar, pero nadie estaba en contra. Hicimos el año pasado la canción “La Cigarra”, que después los propios artistas la compartieron, aunque no participó ningún artista. Tuvo impacto. No cantan bien, pero hay algo de la transmisión del origen, de empatía. Ellos pudieron, a través de una canción, transmitir este dolor por el asesinato, pero también el crimen cotidiano que implica la impunidad.
Hay una muestra de Julio Menajovski, que también son recortes fotográficos. Fijate cómo abordamos nosotros, en un momento nos dimos cuenta, que solamente trabajar sobre la foto del atentado era trabajar sobre el hecho puntual, pero no sobre los años de impunidad. Y la impunidad como la repetición sistemática de un crimen. Entonces, eso lo hicimos a través de una muestra de arte que recorrió todo el mundo, que juntábamos a personas unidas por el atentado para contar sus historias, en conjunto con las fotos de Julio Menajovsky, que había sido uno de los fotógrafos que primero había llegado al atentado.
Y este año, a través de los cantos masivos que en Israel se hace el Kululum, hicimos, el año pasado hicimos solamente con los familiares, este año hicimos familiares y gente para abrazar a los familiares. El año pasado lo hicimos con 100 personas, este año lo hicimos con 1.500. Pero era público, una convocatoria general en uno de los lugares más grandes, con un artista, Jairo y los familiares hicieron “Todos Venceremos”. Y fue una experiencia increíble.
Ahora, hace siete años, ocho años, que nosotros intentamos hacer una obra de teatro. Nunca pudimos hacer una obra de teatro. Trabajamos en la ficción, con directores. Y el año pasado empecé a hablar con algunos familiares y les dije: con un proceso, ¿vos te animarías a subirte a un escenario? Este año estrenamos, para mí, uno de los proyectos de mayor impacto emocional, que se llama “La silla vacía”. Cuatro familiares de víctimas, de los cuales uno es una víctima sobreviviente, apoyado por una gran directora, Sol Levinton, con la voz de Ricardo Darín, pusimos la obra “La silla vacía”, que ahora se va a empezar a repetir, con un impacto de multiplicador. Imagínate que hicimos diez funciones. En las diez funciones, a lleno, las vieron dos mil personas. Un minuto y medio de vídeo. En el primer minuto y medio ya hicimos siete mil, nueve mil personas. ¿Por qué? Porque hay ahí un hecho transformador de lo que sucedió con la gente que vino, pero también lo que sucedió con los cuatro actores que no son actores.
Una maravilla. Podemos seguir varias horas, pero, bueno, qué decirte, mira, podemos hacer un libro en vez de una nota para la revista…
Hay un tema que no vamos a tocar, pero que en algún momento vale la pena, que me he quedado pensando mucho en esto de cuál es el impacto internacional de lo que hacen. Y otra cosa interesante me parecería ver qué pasa con esto y con Israel, o sea, en Israel casi que no hay conciencia, en el público israelí me refiero, de que hubo un atentado de esa envergadura y, o sea, es muy común de los israelíes tener esta mirada muy centrada en el ombligo, o sea, estar muy centrados en el adentro, pero sin embargo creo que hay aprendizajes muy importantes que podrían ser interesantes de ser compartidos, entonces no es para hablarlo ahora, pero sí me gustaría en algún momento podamos retomar esas ideas.
Tiro solamente para apoyar esto, no para hablar, pero en España se hicieron siete muestras, en Estados Unidos casi 30, en Alemania, en Uruguay.
Sí, yo sé, por eso hay una dimensión internacional, pero en Israel no se hizo nunca nada.
Hay alguna que otra cosita que hemos hecho hace tres años.
¿Y no es llamativo?
Creo que al principio tenía que ver con esto de no convencer a convencidos y después hay algo en el cual nosotros, después te voy a contar los intentos que hicimos, pero también me di cuenta, nosotros hace tres años que empezamos a participar, en julio el Vaad Hajinuj hace un encuentro internacional y vino Baruj Zaidenknop conmigo y me dice Elio, mira, esto que ustedes hacen es único en el mundo, no se hace, ni siquiera en Israel se hace en esa dimensión. Dice, tenés que participar, y empezamos a contar y ahí empezó, y vino una docente del Museo de Yad Vashem y dice: ¿nosotros tenemos que capacitar a ustedes?, vengan ustedes a capacitarnos a nosotros.
Ahora, en el lugar que menos se conoce todo este laburo es en Israel, desde las acciones y tampoco de la conceptualización.
Lo sé, por eso me llama un poco la atención y creo que vale la pena conversar.
Elio: Creo que hay algo ahí en Israel que es muy difícil, que hay temas en los que cree Israel, que sabe todo, que puede capacitar, no solamente en esto, sino en la agricultura, es muy difícil entrarle.
pero creo que es un tema de análisis, creo que el 7 de octubre en ese sentido. Ver cosas y que hay mucho que aprender.
Nuestra vida cambió de hacer y pensar el 7 de octubre, el público sabe que hay distintas expresiones de familiares, pero se unieron el 7 de octubre en una acción, en un video, que se decidió hacer, hay familiares judíos, no judíos, de distintas organizaciones, de tres organizaciones distintas, que hicimos un video que se preparó en apoyo a los familiares del 7 de octubre. Creo que eso es de las cosas también más poderosas, donde se agruparon todos y donde ellos, desde saber lo que es esperar, se dirigen a los familiares. Después justo se dio la Bienal de Arte de Jerusalén y nosotros hicimos una instalación acá, porque los artistas que habían elegido acá no querían hacer nada con Israel, y nosotros hicimos una instalación en la cual unimos los nombres que están en el edificio, que están hechos con aerosol, e hicimos una performance donde vino toda la sociedad argentina a escribir los nombres de los 1.200 víctimas de los primeros días. Después se hicieron muchas cosas de arte vinculadas al 7 de octubre, pero este video de los familiares me parece que hay ahí entender, como hicimos en su momento con Atocha, pero en este caso con un tema mucho más identitario.
¿Qué te digo?
Shabat Shalom.
Mil gracias, Shabat Shalom.
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Se refiere a la primera parte de la entrevista, publicada en Milta 3 https://revistamilta.org/conversando-con-elio-kapszuk/
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Sheerit Hapleita la Asociación de Sobrevivientes de la Persecución Nazi en la Argentina es una organización formada por supervivientes del Holocausto y perpetuada por sus descendientes. Su misión es preservar el legado del Holocausto mediante la conmemoración, el apoyo social y la educación.
- Se refiere a “piedras” de bronce que son colocadas en las calles de diferentes ciudades europeas, con los nombres de las víctimas de la Shoá que habitaban en esa calle o en esa casa. https://www.dw.com/es/stolpersteine-piedras-de-la-memoria-para-las-v%C3%ADctimas-del-nazismo/a-65786064
- El stop motion es una técnica de animación que consiste en crear una simulación de movimiento continuado con objetos estáticos por medio de la consecución de una serie de imágenes fijas sucesivas. Se le llama así a crear el efecto de animación de objetos, personajes o elementos de nuestro ambiente por medio de realización de fotografías o imágenes, que funcionan como fotogramas de una película.
- «Cromañón» se refiere a la tragedia del incendio en el boliche «República Cromañón» en Buenos Aires, Argentina, el 30 de diciembre de 2004. En este evento, murieron 194 personas y miles resultaron heridas.
- Jorge Julio López (Desaparecido el 18 de septiembre de 2006) fue un militante peronista y albañil retirado argentino que fue víctima de desaparición forzada durante la última dictadura argentina (1976-1983) y confinado varios años en distintos centros clandestinos de detención.
- El atentado a la Embajada de Israel en Argentina sucedió el martes 17 de marzo de 1992 y causó 22 muertos y 242 heridos.
- Los centros culturales de la Soka Gakai son espacios abiertos a la sociedad. En ellos se promueven distintas actividades en pos de la paz, la cultura y la educación, tanto para el desarrollo individual como el de la comunidad en su conjunto.
- Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires.
- Once es la denominación no oficial de una zona del barrio de Balvanera, el cual se encuentra en la Comuna 3 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en el que está ubicada la sede de la AMIA.