Conversando con Elio Kapszuk

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Daniel Koren (París, Francia)

Lo que sigue es la primera entrega de una conversación mantenida entre Elio Kapszuk y Ethel Barylka, llevada a cabo en el mes de noviembre de 2024.

Elio, es curador, gestor y productor cultural.
Dirige el Departamento de Arte y Producción de AMIA.
Fue director de programación y curaduría del Centro Cultural Recoleta
Co creador del primer posgrado de Arte, Comunicación y Memoria AMIA y FLACSO.
Se ha especializado en la realización de acciones por la memoria y la creación y realización de muestras centralizadas en el binomio arte- memoria. 
En mayo de 2024 fue declarado personalidad destacada de la cultura por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.

Era una conversación pendiente. Algo que estaba allí en el aire, pero que no llegaba nunca a concretarse. Una curiosidad de mi parte de descubrir el trayecto que llevó al adolescente que conocí, al hombre y al productor artístico que es hoy. 

Él abrió diciendo lo agradecido que estaba por la oportunidad de no tener que escribir sino de conversar, y yo disfruté de los encuentros y creo que también él; y si no, pueden preguntarle. 

Conversamos casi tres horas y lo que sigue es un intento de recuperar algunas ideas. 

 Elio, que dirige hace años el Departamento de Arte y Producción de AMIA, y que este año fue reconocido por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires como Personalidad Destacada en el Ámbito de la Cultura, viene realizando hace 30 años algo que pocos han hecho, que es ayudar a formar memoria… Por eso, a 30 años del atentado contra la AMIA, creo que sus reflexiones son pertinentes para todos quienes se interesan por la vida judía. Porque, como él mismo dijo “la escritura nos da la posibilidad de conceptualizar” y “porque yo, hasta cuando voy al baño, soy judío”. 

“La escritura para mí, como no es cotidiana, me ocupa otra dimensión de tiempo”, dice. 

Obviamente, no pudimos evitar hablar de la situación en Israel o de la de Argentina, pero eso es tema para otra nota. Esta vez decidimos centrarnos en su recorrido y su pensamiento: “la idea es que hablemos de Elio, de cómo Elio recorre esto, de cómo llega”, le digo. 

Y arrancamos: 

Esto no lo van a saber los lectores (pero ahora lo saben), pero el recuerdo que yo tengo es de un adolescente curioso, creativo, con los pelos por acá, ojos y sonrisa traviesos, y después de muchos años me lo encuentro dedicado al arte, la cultura, la comunicación y la memoria.  Entonces, la pregunta es: ¿cómo fue eso? ¿Qué pasó con ese adolescente? ¿Cómo creció? ¿Cómo llegó a esto de dedicarse a eso?

Elio: Bueno, primero he de agradecerte enormemente este espacio; porque me parece que quienes trabajamos en creatividad, en la producción creativa, que es hacer que las cosas ocurran; y en los que trabajamos en la creatividad con herramientas artísticas, que es hacer que las cosas ocurran con productos artísticos, siempre, de alguna manera, tenemos como esta obligación de generar algo que sea creativo, original. Y a veces lo original, me gusta pensar que no tiene que ver con lo novedoso, lo innovador, sino con volver a los orígenes. Y yo tengo un grupo de amigos, a ver, para situarnos, voy a cumplir 57 años la semana que viene. 

Y agrega orgulloso: 57 años, cuatro hijos, Iara, Mati, Naomí, Zoe. Iara que es abogada, Mati que es arquitecto, y Naomí y Zoe que van a ingresar a Sala de Cuatro, gemelas. Pero decía que de este grupo de amigos que venimos de Hebraica, decimos que seguimos siendo madrijim.

Las herramientas que adquirimos en la Hadrajá, desde las más sencillas vinculadas a entender lo que tiene que ver con una planificación, con poder determinar objetivos y que después haya una experiencia de aprendizaje que te permite evaluarlos; hasta temas vinculados a dinámica de grupo, a técnicas de negociación, aprendizaje identitario, cómo poder construir con el otro estrategias del trabajo colectivo. Todo esto lo aprendimos a los 16 años y lo incorporamos de forma natural, y muchos de estos temas hoy se ven en las grandes capacitaciones que se dan en las instituciones y empresas. 

Entonces, por un lado, están esas herramientas; y por el otro lado está la conceptualización. Y esto es una mezcla maravillosa entre la educación formal, la educación no formal, la familia y la casa. Y yo, soy una mezcla de todo eso.

Una familia muy vinculada a la relación amorosa, todo era una relación amorosa, con dos padres muy vinculados al consumo cultural a través del disfrute de lo cultural. El teatro, las exposiciones, mi mamá asistente social, mi papá arquitecto.

Nosotros estábamos en un colectivo y nos bajábamos para que mi papá nos explicara una puerta, ¡una puerta! Yo sabía quién era Gaudí a los 7 u 8 años, pero no desde lo erudito, sino desde las cuestiones vinculadas a los intereses compartidos… En esta casa que nací, mi papá ashkenazi, abuelos de Kowel, expulsados de Polonia (hoy Ucrania); por parte de mi mamá Sefaradíes de Izmir, de Esmirna, Turquía, llegados a Uruguay, a Rivera, frontera entre Uruguay y Brasil.

Había algo muy en común. En mi casa todo el tiempo se contaban historias de la familia de mi papá y de la familia de mi mamá. Era una casa esencialmente donde todo era una experiencia judía.

Y algo que decía mi vieja es que “Uno es con el otro. Uno es con el otro”. Después aprendí conceptualizaciones mayores de esto, pero “uno es con el otro”.

En esa construcción, me parece que hay como dos cosas que me marcaron muchísimo…. Nunca hablo de esto. Uno llega a un territorio porque uno llega sin pensarlo, en definitiva, y eso creo que es lo interesante.

Lo interrumpo…  pero esto empezó en algún lugar.

Y responde: Dos hitos que me parecen muy importantes para mí. Uno es el Seder de Pesaj. Esta cosa increíble que yo aprendí… Mi abuelo me decía, vos tenés que sentir como si estuvieras saliendo de Egipto. O sea, es lo que nosotros hacemos cuando creamos una pieza audiovisual sobre la AMIA, nuestro objetivo es la empatía del otro y llevarlo a ese lugar y a ese momento, o sea el Seder de Pesaj.

Pero, a ver, en la época que se empezó a hacer el Seder de Pesaj, no existía la concepción de la memoria contemporánea que tenemos hoy. Y, sin embargo, este tema de que la identidad está basada también en lo que elegimos recordar e incorporar a nuestro presente desde el pasado, creo que es revolucionaria y es algo que me ha guiado y me guía.

Eso es lo que me acuerdo siempre. Y lo otro que me acuerdo es un Majané (campamento) en el cual tenía dos madrijim; Edith, yo tenía 10 años, Edith y Gaby, que estábamos en la Palestina pre-Israel trabajando en un kibutz, un ¡Majané de 18 días! Y fuimos a una actividad nocturna en la playa, la Hapalá, la Inmigración Ilegal durante el mandato británico, íbamos a buscar a los inmigrantes… Y ahí, para que no te agarren los británicos con las linternas1…, había un pibe más grande, que en un momento cuando me iban a iluminar, a eliminar, me salvó. Creo que yo le dije gracias, no me acuerdo muy bien con exactitud, pero tengo grabado lo que me contestó:  “Siempre voy a estar para vos”. Y se fue.

Nunca supe el nombre, creo que lo vi después en el fogón, y me quedé maravillado, él y Gaby, mi madrij, eran como ¡wow!; los admiraba, yo quería ser eso. Por supuesto que me terminaron agarrando los británicos. Pero lo importante me parece es que hay algo de la experiencia de la educación no formal y de la familia que fue mi eje formador fundamental, y no solamente para mí, sino para varias generaciones que fortalecieron su identidad de la casa y las herramientas que se les daba en ellas, con la formación a base de valores que suponía una hadrajá responsable. Tengo muchos recuerdos, o mejor dicho flashes que se me siguen apareciendo y que están vinculados a mi construcción y formación. 

Mi abuelo me contaba orgulloso que él juntó en todo Montevideo los envoltorios de chocolate y que formó dos pelotas de un metro para mandar a Israel, porque, como él decía, con eso se arreglaban los aviones. O mi papá contándome que en su casa con muchas dificultades nunca se dejó de pagar la AMIA. Desde lo familiar, estas anécdotas eran muy importantes en términos de lo identitario. 

Hoy, 40 años después, sigo siendo madrij; los dos años de Escuela Madrijim, los cinco años de Hadrajá, la Escuela de Directores y sobre todo el Majón. El Majón2 marcó algo en mí muy importante, porque si bien en la Hadrajá había visto algo, en el Majón estaba por un lado la posibilidad de conceptualizar, pero por el otro lado la posibilidad de hacer. Yo aprendí a producir en el Majón. Era como que mezclaba las dos cosas, y eso fue lo que sigo haciendo hasta ahora, es mezclar conceptualización con hacer. Me parece que mi gran fortaleza es poder ser parte de una idea y llevarla a cabo.

Yo hoy lo digo de otra manera, nosotros vendemos espejitos de colores (conceptualización) pero los entregamos (producción). Y en este sentido el Majón fue esencial en la construcción de pensamiento porque Ustedes3 nos ayudaron y nos enseñaron a pensar.

Me quedo pensando y se lo digo…  el tema de la conceptualización, pero también el tema del hacer. Desde mi perspectiva, me suena terriblemente judío. Hay ciertos conceptos, primero que la memoria judía, me gustaría que me digas cómo la ves vos, pero digamos es una memoria que hay una autora que la llamó no una memoria historiográfica sino una memoria midráshica. O sea, es la memoria de aquello que nosotros interpretamos de nuestro pasado, no de lo que pasó, sino de aquello que nosotros traemos al presente a través de esta interpretación permanente de nuestro propio recorrido como pueblo. Y por otro lado mucho hablamos del futuro, entonces hay como una especie de memoria del futuro. O sea, hay como una especie de… la memoria tiene que ver con lo que va a venir, no con lo que fue. 


Elio: Me fascina esto que planteas porque no dejo de sorprenderme cuando uno encuentra coincidencias plenas a las cuales se llegan desde lugares muy distintos, pero que en esencia es lo mismo. Y yo lo digo con otras palabras, pero es exactamente lo mismo.

Hace referencia a algunos hechos sucedidos en Argentina para concluir hablando de la memoria: 

Elio: Aquí se quiso instalar a la memoria como una mochila de cemento que no hace otra cosa que tirarte para atrás; en lo cual se construyó la idea de que hay que soltar, hay que soltar para ser dueño del futuro. 

Nosotros decíamos que no solamente no estábamos de acuerdo con eso, sino que no hay construcción de futuro sin un presente con memoria. El futuro se construye con memoria desde el presente; y la memoria no como un elemento que te tira para atrás, sino al contrario, como un propulsor de las cosas.

¿Por qué? Porque un ser identitario es un ser con más herramientas para construir, porque se le multiplica la experiencia. Y en producción y en el hacer, a diferencia de la conceptualización, hay un elemento que es la práctica. Entonces, cuantos más seres te constituyan, cuantas más experiencias te constituyan, más fácil va a ser la práctica. A ver, si yo dejo de laburar en procesos creativos, voy a dejar de ser tan efectivo en lo creativo.

Digo, hay algunos que son genios. Yo no soy genio. Yo laburo en creatividad. Entonces, es como ir al gimnasio. Vas al gimnasio y te crece el músculo. Entonces, laburás todo el tiempo, conoces procesos, conoces truquitos.

Entonces, me parece que en esto que vos dijiste, yo coincido perfectamente. Y repito, me parece que la única forma de construir futuro es con memoria desde el presente y que la construcción de futuro sin memoria es lo que mi papá me decía: “la zanahoria inalcanzable”. Esto de que tenés que soltar, soltar, soltar y al final estás tan desnudo (de todo) que no vale ni la zanahoria ni la búsqueda.

Quería agregar algo con respecto a lo ideológico, yo quería viajar a Israel para hacer durante un año el Majón de Madrijim. Entonces voy al que era el director ejecutivo, uno de mis grandes formadores, y le cuento a Alberto (Senderey), que quería viajar.  Hebraica, en ese entonces, no mandaba al Majón de Madrijim. Alberto4, que me conocía de nene, desde los grupitos de tres años. Me dice: “Dale, te mandamos”, a lo cual le contesté:”, pero mira, no tengo guita ni para el pasaje, ni para nada”. Y él lo arregló en dos minutos. Me adelantaron dos años del sueldo de madrijim. Y cuando en una reunión de fin de año, les habla a todos los madrijim de la institución, me acuerdo hasta el día de hoy, dice “yo le pedí a Elio que vaya al Majón, para que vea cómo se está desintegrando el movimiento sionista”.

Yo creo que vos, Alberto, y Iair5, no tienen dimensión del impacto que tuvieron en nosotros. Yo a veces me encuentro con personas, y me dicen de algo que hicimos y el impacto que tuvimos, y uno hasta se siente irresponsable, porque en estas formaciones, si uno hubiese sabido tal cosa, quizás, no lo hubiera hecho. 

Lo que yo sí puedo dimensionar es tus charlas y lo ideológico de Yair cuando nosotros éramos, más progress que Hashomer Hatzair. Yair me dice, cuando vuelvas, cumplí tus requisitos en Hebraica, pero tenés que ir al HaShomer … Y me daba para leer.  Nos daban para leer, para multiplicar el conocimiento. Y cuando yo vuelvo, estas iniciativas vinculadas a los derechos humanos que teníamos en la escuela de madrijim de Hebraica se vieron sumamente potenciadas.

En la mística de la familia, había un relato sobre un primo, Eli Kapzuk, que lo habían encerrado en una sinagoga, en Polonia y que había escrito con sangre “Vénguenos” Y yo, cuando era chiquito, pregunté ¿qué significa “Vénguenos”? ¿Era ir a matar a los nazis? No. Me enseñaron que era poder construir identidad judía. ¿Cómo me lo decían mis padres? Una forma de vengarse es continuar haciendo el Seder de Pesaj. 

Bueno, familia en la Shoá, primo desaparecido de la última dictadura en la Argentina, Hebraica como gran formador del pensamiento… y ahí se mezcló todo. Entonces, cuando fue el atentado en la AMIA, era muy fácil saber dónde yo tenía que estar y cuál era el trabajo que tenía que hacer. 

Yo empecé en producción cuando volví al Majón, armamos con un compañero de Majón, con Sebastián, una productora de video, y hacíamos fiestas. Yo le dije que me faltaba la otra parte, entonces empezamos a hacer también la primera biblioteca de contenido judío. Viajé a Estados Unidos y a Israel a traer derechos de video, y empezamos a producir y a pensar, y a generar pensamiento.

A veces parece que no hubiera hecho otra cosa antes. Como si su vida hubiera comenzado en el atentado contra la AMIA. Empezó con Arte y Memoria, porque es como si fuera el lugar donde tenía que estar. Y me hace pensar en si su acción por la memoria es también su práctica judía y cómo eso impacta en sus hijos. Porque creo que una de las grandes preguntas que hoy nos hacemos todos los educadores es, ¿y qué hacemos ahora? ¿Cómo esta memoria de la que Elio habla -que nosotros la recibimos casi por ósmosis, como una cosa muy muy natural en los hogares-, cómo hoy se puede construir en las nuevas generaciones? Y lo vimos muy claramente en el quiebre del 7 de octubre cuando gran parte de la generación joven no tenía la menor idea de qué es esto que nos odien, qué es esto de que nos persiguen, qué es esto de que no somos iguales, ¿no? O sea, preguntas que nosotros no nos lo hubiéramos hecho nunca, o no desde esa perspectiva por lo menos. Entonces, ¿cómo te atraviesa a ti esto?

Elio se queda pensando y dice: Ahora, voy a mezclar muchas cosas. O, mejor dicho, voy a seguir mezclando cosas. Por supuesto que yo no nací en AMIA, pero hay derroteros que me permitieron antes de AMIA y durante AMIA sentir que AMIA era el lugar donde quería estar. Yo empecé en la institución cuando tenía 26 años. 

Había que organizar un congreso de cultura judía, junto con Anita Wainstein (no sé cómo se escribe), Jaime Barylko y Elías Lisicki. Yo en esa época hacía algunas exposiciones con artistas, no éramos muchos en Buenos Aires que hacíamos eso y nos empezamos a llamar curadores. Me llamaron para ayudarlos con la producción del congreso y para montar una muestra. En esta situación es donde me encuentra el atentado, el 18 de julio de 1994, y enseguida ese proyecto se cayó; pero empecé desde el día 0 a trabajar en comunicación, después en acciones de memoria, y una cosa llevó a la otra. Hay algo que me decía Barylko6 que influyó mucho en mí, él decía algo como que en lo comunitario tenés que ser exitoso afuera para que te valoren.  Entonces yo que venía con el ferviente anhelo de trabajar comunitariamente, explotó la bomba y quería dejar todas las cosas que hacía, y él me decía, siempre tenés que tener un pie en un lado y un pie en el otro. Aprendí mucho de eso, para bien y para mal; estuve totalmente en contra, me parecía que era egoísta, me parecía que era marketinero, y fue lo que terminé haciendo. Y después de muchísimos años de trabajar en forma simultánea, adentro y afuera, nunca dejé de estar en AMIA. Para ese entonces había terminado mi ciclo de ocho años como director de programación y curaduría en Centro Cultural Recoleta, me acordé de otra frase de mi papá “no se puede bailar con un tujes en dos bodas”. Ahí decidí que lo plural se iba a transformar en singular.   

Creo que hay una gran diferencia de época entre grandes profesionales como Jaime Barylko y Eliahu Toker7 y la época que nos tocó vivir a nosotros. Ellos venían de otra experiencia, el vínculo entre los judíos y los argentinos nosotros lo vivimos de una forma totalmente igualitaria. Ellos fueron la última generación, en la cual tenían alguna dificultad por ser judíos o tuvieron que pensarse en dos instancias distintas. 

Creo que nosotros no tuvimos esa dificultad. Mi generación, y repito, creo, fue la que más disfrutó. Y lo digo en pasado, porque el 7 de octubre hubo un quiebre.

Por supuesto que teníamos el recuerdo y la obligación de mantener viva la memoria del Holocausto y lo que había pasado en la última dictadura en la argentina, donde más de 1900 personas de origen judío desaparecieron y tuvieron que sufrir atrocidades especiales que les dedicaron los genocidas. 

Nosotros vivíamos lo judío de manera sumamente natural. Hay un poeta, Carlos Grunberg8, que hablando de la circuncisión decía que es muy costoso ser judío…  Y la verdad que para nosotros fue una fiesta el judaísmo.

Y yo era el judío en el Frente Unidad Estudiantil, en mi secundaria en Hipólito Vieytes, y era el zurdito en Hebraica. Todo era fluido y hacia sentido. Recuerdo también una pregunta retórica de mi abuelo, Elias Acher, que había nacido en Turquía, llegó a Uruguay de joven y se convirtió rápidamente en un fanático del tango. Cuando alguien le contaba algo él siempre decía: “¿y eso es bueno o malo para el pueblo judío?”. Por supuesto que no hay que sacar esto fuera de contexto y no es la única pregunta retórica que se hacía. Pero hoy yo vuelvo a estos orígenes. Estoy convencido de que por culpa o por hacer bien las cosas, los frutos no caen lejos del árbol. Yo me reconozco un fruto de mis padres, de una forma casi de calco.

Ahora, yo no creo que yo haga mi expresión judía a través del arte. Yo hago cualquier cosa y soy judío. No sé cómo decirlo, creo que esta naturalidad de lo fluido, hasta en el pensamiento, en el pensamiento donde aparentemente no se involucran temas judíos, lo mío es muy judío.

Y mi viejo me contaba un chiste que yo… todos los chistes de mi papá los entendía después, porque no es que me lo contaba a mí, sino que lo contaba en las reuniones familiares. Y a mi hermano y a mí nos gustaba sentarnos ahí y escuchar. Y mi papá contaba un chiste, que yo obviamente no me reía porque no lo entendía, de un paisano. Un judío iba y le decía al rabino que no quería ser más judío. Que basta, que él renunciaba y no quería ser más judío. Que no quería hablar, saber más, ni de la fiesta. Mi papá era larguero. Y después de haber explicado todo lo que no quería, le pregunta: no sé si me entendió rabino. Claro, cómo no te voy a entender si lo que me estás diciendo es muy judío.

…Mi vida es una vida de judío. Pero el otro cuentito que contaba mi papá era que fulanito, no lo sé contar bien, pero que fulanito estaba en un shtetl y que dijo que él era ateo y que se iba a ir. Entonces le dijeron que había en otro shtetl otro tipo que era ateo.  Va y le dicen que en la calle tal y tal, entre las casitas, ahí la tercera casa de la derecha. Entonces va y ve un tipo que está estudiando. Entonces hace un ruido, pensando en irse, pero el tipo sale y dice ¿qué buscás?  Y dice no, no, no, me equivoqué, perdón, me tropecé, hice ruido, no, no, estoy buscando la familia fulano, no, no, pero es acá, estoy buscando a José, el ateo. Soy yo. Pero…  estaba leyendo. Bueno, ateo no ignorante.

Hoy, uno de los valores que más rescato es la continuidad, en todos los órdenes, ojo que no hablo de procesos en los que no hay cambios, sino que hablo de trayectorias que se aprenden en el tiempo con los aprendizajes que se dan en ese mismo tiempo. Por supuesto que uno va cambiando, pero en la medida que va cambiando porque va aprendiendo y el camino sigue construyéndose en el tiempo hay coherencia; ojo que hablo de cambios no de tradiciones.

Yo puedo cerrar los ojos y estamos en Kiryat Moriá9. Lo digo en el sentido de, esto de la famosa frase, hay algunos que hacen una cosa bien, ahora, los indispensables son los que lo hacen muchas veces, aunque se equivoquen, porque está vinculado a la continuidad. 

Esto te lo da la vida. Y yo creo que esta generación, tuvimos este regalo, de haber sido naturales. ¿Qué pasó el 7 de octubre?  El 7 de octubre te dijeron final de fiesta. Ok. Final de fiesta, para mí, muy, muy, muy duro porque  varias de las personas con las cuales yo recorría proyectos, se vieron imposibilitados de sentir empatía con la sociedad israelí porque los percibían a ellos como los poderosos. 

Lo anecdótico es que me quedé con la mitad de mis amigos, pero que parecería que solamente la afinidad podía ser cuando uno se percibe débil, ¿no? 

Esto que pasó con el 7 de octubre yo lo había percibido el 11 de septiembre con los atentados en Estados Unidos, donde parecería que uno solamente puede tener afinidad cuando el que es víctima se lo percibe como débil.   

El 7 de octubre es para que charlemos varios capítulos más. Pero también se dio que hubo algo que nosotros llamamos la explosión del ADN, personas que quizás no estaban vinculados al mundo judío, que no se sentían parte y que el 7 de octubre los ubicó en otro lugar, con otras preocupaciones y otras militancias.

Argentina es un ejemplo de convivencia en diversidad y la verdad que en algún punto puede dar cátedra frente a otros países desarrollados. Por supuesto que tuvimos la semana trágica, las dictaduras militares, la embajada de Israel y AMIA. Pero siempre hubo un camino de diálogo; ahora el temor es que desandemos ese camino. 

Acá hay dos temas que hoy ya no los vamos a hablar, pero pensalos, y por ahí los hablamos en otro momento, porque uno tiene que ver con lo que decías antes, uno llega donde llega y hace su recorrido, y qué bueno que hacemos recorridos y no nos quedamos estancados. Yo tengo todavía algunos amigos que están enojados porque elegí un recorrido diferente al que ellos pensaban que yo tenía que elegir. Pero si a nosotros, a ti, a mí, a otra gente, nos pasa lo que nos pasa el 7 de octubre, con todo el recorrido y el andamiaje de herramientas que tenemos; me sigue preocupando qué le pasa a la generación joven, porque, así como si nosotros no sabemos, no sé qué saben ellos de cómo enfrentar esto, por un lado, y por el otro me quedo pensando en tu trabajo, del cual casi no hablamos, y en qué medida, así como tú trabajas el tema de memoria y arte, no sé ni siquiera cómo preguntártelo, pero en qué medida el arte puede ayudarnos, pero para educarnos a futuro. O sea, una de las cosas que yo siento es que, a los chicos jóvenes, digamos como que les falta esta posibilidad de lo que decías tú, de vivir con cierta naturalidad, como que lo judío está tan diluido en sus vidas que no tienen las gafas judías con las que ven el mundo. Entonces, en qué medida el arte, pensado un poco también como un recurso que nos pueda ayudar a ver cómo trabajamos con esta generación, no sé, estoy pensando en voz alta.

Elio: Da para una charla en especial, pero el arte no necesariamente tiene que transmitir un mensaje, pero cuando lo hace es una herramienta poderosísima de comunicación. El arte en todas sus expresiones tiene una capacidad única de interpelar como primer paso para pasar de la contemplación al hacer. 

Por eso me pregunto por qué no la usamos.

Elio: Estamos coincidiendo en todo menos en esto. Nosotros sí la usamos, generando memoria e identidad a través del arte como expresión cultural 

Cuando yo veo lo que está pasando en las escuelas adentro con esto, me preocupo.

Elio: Bueno, como sabés, el tema de las escuelas y las aulas no es un tema que domino. Pero me hace pensar en algo. Cuando nosotros crecimos no éramos vulnerables en términos judíos. Tuvimos memoria de lo vulnerable porque era el relato de mis padres.  Decíamos, es difícil ser judío, para nosotros no lo era, pero conocíamos la expresión. Ahora, me parece que, a esta nueva generación, que se va a tener que cuidar, le vendría muy bien tener la memoria de vulnerabilidad. 

Y el arte acá vuelve a tener un lugar fundamental, porque uno puede crear desde la vulnerabilidad. Uno muchas veces crea desde la falta. La historia del arte contemporáneo no es una historia de abundancia, es una historia de la falta. Vuelvo al principio, a plantear el tema de los orígenes, los valores. No se trata de una antinomia entre vulnerables y poderosos, sino entender que son dos caras de una misma moneda

Es para pensarlo, es para hablarlo. El quiebre de la omnipotencia.

Eso, es eso. Te quiero decir algo de lo que yo siento y que me parece que también es parte mía. Esto de laburar en contra del crisol de raza, que teóricamente todo se mezclaba y salía el ser nacional, tanto en Israel como en la Argentina.

¿Y cuál es la respuesta? El mosaico de identidades, es fortalecer cada uno de los cuadritos que formamos parte del mosaico y que somos parte de la historia total de la identidad nacional, pero desde nuestra propia particularidad.

Cuando somos personas pensantes, también hay como un eje, ¿no? Uno tiene un eje, que tiene que ver con su propia historia y tiene los cruces que va teniendo a lo largo de la vida, igual que el pueblo. Tenemos un eje, pero vamos cruzándonos con un montón de cosas.

Hay dos cosas que creo que nos quedan en el tintero para que cuando quieras retomemos. Uno, obviamente hablar de tu trabajo. Porque fuera de Argentina, en los ámbitos judíos, fuera de Argentina, no sabemos hasta dónde conocen o no conocen, y vale la pena que se conozca, ¿ok?

Y otro, que creo que tenés mucho que enseñarles a otros y, a partir de tu experiencia de hoy, pensar un poco en esto que te decía del futuro, ¿cómo seguimos? ¿Cómo seguimos en relación a los más jóvenes? Y ¿cómo seguimos en relación a los más viejos? Cada uno, a su manera, va a ir buscando su camino, ¿no?

Y nos ponemos a hablar de cómo el arte conmueve, pero si seguimos hablando será un libro y no una entrevista  

Para terminar, yo te hice caso, por default hablo directamente de la experiencia de cómo hacemos lo que hacemos desde el departamento de arte y producción de AMIA, porque el trabajo en el campo nos ha ayudado a desarrollar un modelo que intentamos compartir cada vez que podemos.

Pero eso yo creo que lo vamos a hablar puntualmente en nuestro próximo encuentro, que espero compartamos con los lectores.

Elio concluye por hoy

Te quiero decir solamente esto: en función de esto, pero que es esencial. Mirá, yo empecé hablando del Seder de Pesaj y de lo del Majané, y del Kibutz. ¿Y cuál es el leitmotiv ahí?

Experiencia. No hay judaísmo sin la experiencia judía. No hay mejor forma que el arte y la cultura para disparar la experiencia judía.

Yo vengo hablando hace muchos años, te cuento esto solo a nivel anecdótico, de que hay que dejar de hacer el “como-sí” de la vida judía. El colegio hace un como-sí, un simulacro. No la vida misma.  Entonces te hacen la preparación del Seder de Pesaj. Entonces yo le digo, ¿cuándo hacemos el simulacro de ayuno? Todos me miran. ¿Por qué no podemos hacer simulacros de Yom Kipur? ¿No es cierto? El colegio se convirtió en un simulacro, no en la vida.  Y esa es parte que tiene que ver con lo que decís vos. No es experiencia. Es una imitación de la experiencia que aparte no la tienen en ningún otro lado.

Técnicamente un simulacro es la preparación para saber qué hacer en determinada situación, pero para que haya simulacro como aprendizaje, la situación también tiene que ser real. Si no, hay algo que no está funcionando bien.  

  1. (N. Ed. porque si te daban con la linterna quedabas eliminado del juego).

  2. Majón leMadrijei Jutz Laaretz o Majón lemadrijim: institución de capacitación de liderazgos juveniles, fundada en Israel en 1946, por la Agencia Judía; ha sido central en el desarrollo de los equipos de madrijim, líderes, en el continente desde entonces. 

  3. Se refiere a los profesores, entre los que me contaba.
  4. Se refiere a Alberto Senderey para entonces Director General de la Sociedad Hebraica Argentina. 

  5. Iair Rubin, sociólogo y educador, figura central en el Majón de Madrijim durante esos años.

  6. Jaime Barylko (1936 – 2002) fue un escritor, ensayista y pedagogo judío argentino.
  7. Eliahu Toker (1934-2010) fue un poeta, traductor e investigador argentino nacido en el barrio de Once, Buenos Aires, Argentina. El alcance y el espíritu de sus obras se orientan tanto a las tradiciones judías del pasado como a la construcción de una identidad judeo-latinoamericana contemporánea.

  8.  Carlos Moisés Grünberg (1903-1968), poeta argentino nacido en Buenos Aires. Fue uno de los autores judíos más importantes e influyentes de su generación en Argentina.

  9. Con vistas panorámicas a la Ciudad Vieja de Jerusalén y a las vastas tierras del desierto de Judea, Kiryat Moriá es un centro de la Agencia Judía donde opera el Majon Lemadrijim.

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