Compitiendo desde dentro: Una visión sobre la educación

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Felipe Canterji Gerchman (Porto Alegre, Brasil)

Sobre el autor:
Felipe Canterji Gerchman. Psicólogo, Psicoanalista. Miembro Efectivo de la Sigmund Freud Associação Psicanalítica de Porto Alegre, y profesor en el Colegio Israelita Brasileiro. 

No hay nada tan práctico como una gran idea.
(William Novak, 1997)

Introducción

Durante una entrevista para el libro Visión en el Corazón (Fox & Novak, 1997), al ser cuestionado sobre las ideas judías detrás del Camp Ramah, Seymour Fox cita las contribuciones de una de las principales figuras del movimiento conservador durante los primeros años del Camp: el profesor Louis Finkelstein. Según Fox, “El Dr. Finkelstein quería que los judíos compitieran en el mercado estadounidense de ideas desde dentro de su propia tradición” (p.12). Esta concepción contiene el núcleo de una poderosa visión sobre la educación judía, capaz de proporcionar al educando la conciencia de que el tesoro cultural del cual es heredero tiene un valor práctico, incluso en la realidad contemporánea. Como afirma William Novak (1997, p.1): “No hay nada tan práctico como una gran idea”.

El final de la modernidad brindó a la humanidad una serie de grandes pensadores judíos, cuyo reconocimiento sigue resonando en los desarrollos tecnológicos actuales. Uno de estos grandes pensadores fue Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis. Aunque nunca negó su condición de judío, demostró a lo largo de su obra una relación ambivalente con la identidad judía, declarándose ateo y rechazando la religión de sus padres, así como el nacionalismo judío (Freud, 1913).

Tomaremos a Freud como ejemplo de un judío que, aunque reconocido como representante de su pueblo frente a la sociedad general, no logró “competir en el mercado desde dentro”. Utilizaremos su teoría más famosa, la teoría de los sueños, como ejemplo de esta afirmación, y realizaremos el ejercicio de buscar en la tradición judía las ideas ignoradas por el psicoanalista para demostrar nuestra hipótesis. Trabajaremos con la idea de que el afán de ser reconocido por el medio vienés de su época, dado el clima antisemita que lo afectaba, lo llevó no solo a ignorar, sino también a rechazar importantes contribuciones de la tradición judía.

Freud

Freud es descendiente de una familia de judíos que huyeron del Rin en el siglo XV, debido a las persecuciones, y que a lo largo del siglo XIX se dirigieron hacia el este hasta llegar a la Austria alemana (Freud, 1925). Al igual que otros de su época, optó por retirar de su nombre – originalmente Sigismund Schlomo Freud – la marca judía, el “Schlomo”. Durante su vida, enfrentó el antisemitismo europeo para que sus ideas fueran reconocidas y tuvo que huir a Inglaterra en busca de refugio frente al avance del régimen nazi (ibidem). Es comprensible que su relación con su identidad judía sufriera los efectos de este contexto. Sin embargo, ¿qué efecto pudo haber tenido esto sobre su obra?

Comenzaremos abordando algunos puntos sobre su teoría. Sabemos que Freud sitúa lo religioso más cerca del hombre primitivo que del investigador ilustrado, subestimando el potencial investigativo de los religiosos y suponiendo en ellos la tendencia a reducir los fenómenos complejos a una simplicidad teocéntrica. El hombre religioso, ilusionado, es descrito como aquel que cree en lo que, sin referencia a la verdad, satisface sus ilusiones deseantes (1939 [1934-38]). Como él mismo afirma, “los debates sobre las causas que estimulan los sueños ocupan un espacio muy amplio en la literatura sobre el tema. Obviamente, este problema solo podría surgir después de que los sueños se convirtieran en objeto de investigaciones biológicas” (1900, p.209) y más, “los antiguos, que creían que los sueños eran inspirados por los dioses, no necesitaban buscar su causa”. (ibidem).

Freud, al proponer su método de tratamiento del aparato psíquico, plantea que los sueños son como una ventana a través de la cual podemos vislumbrar el interior de este aparato, cuya verdadera realidad es la inconsciente (1900). Hay, entonces, una separación entre la realidad inconsciente, regida por el principio del placer, y la realidad preconsciente/consciente, regida por el principio de la realidad (1911).

Para que un contenido proveniente de la esfera inconsciente logre entrar en la esfera consciente, es necesario el trabajo del sueño, cuyos mecanismos son ampliamente discutidos en la obra maestra La interpretación de los sueños (1900). Hay un proceso de elaboración por el cual el sueño debe pasar para volverse inteligible, que Freud denomina elaboración secundaria: “La elaboración secundaria consiste en un trabajo psíquico de construcción que reorganiza el material del sueño, haciéndolo más lógico y aceptable” (p. 607). Este proceso buscaría transformar un sueño confuso e irracional en una representación coherente.

El aparato psíquico realiza el trabajo de transformar lo que en su origen tiene un carácter más abstracto en una experiencia inteligible. La mente es comprendida en su concepción tópica, donde el inconsciente no está regido por las leyes con las que estamos acostumbrados a lidiar, sino que se refiere a una esfera mucho más abstracta que necesita la elaboración secundaria para volverse comprensible. El análisis sería justamente avanzar en el sentido contrario: del producto de la elaboración secundaria – el contenido manifiesto – hacia el pensamiento inconsciente – el contenido latente. De esta manera, es posible llegar a la idea original del sueño, comprender el funcionamiento psíquico a través del análisis de los mecanismos involucrados en este proceso, así como desarrollar métodos de tratamiento para los trastornos.

Freud (1932) afirma que los síntomas provienen del intento de los deseos reprimidos de acceder a la conciencia. Estos síntomas serían “derivados múltiples-veces-distorsionados de la realización de deseos libidinales inconscientes” (1916-17). Las diversas sesiones semanales, en las cuales el paciente habla libremente (la asociación libre), serían el medio a través del cual los contenidos inconscientes podrían encontrar expresión y ser interpretados, ya no necesitando las formaciones sintomáticas para manifestarse. Es claro que no sería posible abarcar aquí todos los constructos teóricos involucrados en este proceso, pero los puntos mencionados serán suficientes para ilustrar las hipótesis planteadas.


Retorno a la tradición

Se propone aquí realizar un movimiento que parece haber sido rechazado por Freud: el retorno a la tradición judía en la búsqueda de formulaciones que dialoguen con sus ideas. En este campo, destacan las contribuciones de dos grandes rabinos (cuya ignorancia sobre su existencia por parte de Freud es improbable): Israel Salanter e Isaac Abravanel. Como expuse en la obra Psicanálise e Judaísmo: do Livro à escuta (2022), el rabino Israel Salanter, líder de un importante segmento del judaísmo europeo llamado Musar, un movimiento que prestaba especial atención a los aspectos éticos de la religión, trataba de desarrollar un método de tratamiento de las llamadas “enfermedades del alma”, producidas por lo que él entendía como “deseos descontrolados subconscientes”, y, aunque era un rabino ortodoxo, creía que el conocimiento secular ayudaría al desarrollo de este método.

Su método parece haber utilizado diversas sesiones por semana, en las cuales lo que él llamó “despertar emocional” ocurriría a partir del estudio de áreas del comportamiento que producirían “impresiones subconscientes” y, con el tiempo, movilizarían los deseos subconscientes. Esta información se encuentra en algunas cartas enviadas a sus alumnos, compiladas posteriormente en el volumen Or Israel (s.d.), algunas de las cuales datan del año 1849 (siete años antes del nacimiento de Freud). El siguiente extracto fue tomado de otra carta, cuya fecha exacta no se encontró, pero que recibió el título de “activando el subconsciente” y también está presente en el volumen Or Israel:

Cada vez que una persona se compromete en un despertar emocional, una impresión se realiza en su subconsciente. Con el paso del tiempo, las impresiones producidas por cada sesión de estudio en relación con una determinada área del comportamiento se unirán, y fuerzas subconscientes capaces de producir resultados potentes serán generadas, de la misma manera que cualquier habilidad aprendida se enraíza y se vuelve automática. Como mencionamos anteriormente, esto depende de que las sesiones de estudio no sean innecesarias o excesivamente interrumpidas. […] Entonces, se generarán fuerzas subconscientes para ayudarlo en la batalla contra sus deseos descontrolados. Estamos de acuerdo en que esto no es una tarea fácil para alguien que está abrumado por sus negocios, cuya enfermedad espiritual es impresionante y cuyo tiempo es limitado (p. 176).

¿Cómo no extrañarse del hecho de que Freud jamás haya citado las contribuciones del rabino Salanter? Claro, no estamos proponiendo una equivalencia, pero es digno de asombro que un importante rabino europeo ya realizara sesiones para, a través de la palabra, tratar el impacto de fuerzas subconscientes relacionadas con deseos descontrolados en las manifestaciones comportamentales. Cabe señalar que, incluso, la dificultad para mantener un tratamiento de alta frecuencia ya era tema para el rabino Salanter.

Para adentrarnos más en el campo de los sueños, son valiosas las contribuciones encontradas en los comentarios sobre la parashá miketz, escritos por uno de los principales rabinos de la Edad Media: Don Isaac Abravanel. Al comenzar su texto (Schechter, 2022), se encuentra de inmediato con la cuestión: “¿debemos seguir el camino recorrido por algunos filósofos y pensadores antiguos, que afirmaban que los sueños son esencialmente generados por la mente subconsciente?” (p. 268).

El psicoanalista contemporáneo se sorprendería al ver las palabras de Abravanel, ya que aprendió con Freud que los antiguos no creían en producciones subconscientes, sino que creían en la intervención divina. El rabino sigue su cuestión: “¿o debemos seguir el camino recorrido por algunos pensadores contemporáneos, que insisten en que los sueños son mensajes del Cielo?” (p. 268). El orden propuesto por Abravanel sorprende a quienes no conocen la historia de la filosofía judía en la Edad Media, donde el racionalismo es anterior al misticismo, como es el caso de las instituciones psicoanalíticas que, ancladas en Freud, perciben el racionalismo ilustrado como una evolución natural del misticismo medieval.

El rabino medieval afirma también, acerca del soñador: “puede ser analizado por el tipo de sueños que tiene. Con esta información, un médico puede prescribir ciertos tipos de medicamentos para ayudar a curarlo, si sufre de trastornos psicológicos” (p. 269). Es decir, en la Edad Media el rabino Abravanel ya vislumbraba y escribía sobre la posibilidad de que el análisis de los sueños se utilizara en el tratamiento de trastornos psicológicos. Además de estas cuestiones, Abravanel también propone una cierta tópica de la mente, que en algunos aspectos se asemeja a la propuesta por Freud. Afirma Abravanel sobre los elementos del sueño: “No tienen un orden específico y, por lo tanto, no están regidos por restricciones lógicas. Además, tales mensajes se refieren a ocurrencias que no están limitadas por leyes físicas o incluso metafísicas, lo cual es en sí mismo contradictorio por naturaleza”. (p. 274)

Se percibe que para el rabino, al igual que para Freud, las ideas originales del sueño tampoco siguen las leyes de la conciencia. Esto lleva a la cuestión de cómo estos elementos se transforman en el sueño que recordamos al despertar, lo que para Freud sería el efecto del proceso secundario. A esto, Abravanel afirma:

La mente embrionaria recibe la imagen abstracta general, pero a medida que la imaginación recibe el mensaje, lo enfoca y lo transforma en una imagen más detallada. Al concentrarse aún más, la mente puede colocarlo en un período de tiempo determinado, pero esta transformación solo puede tomar forma después de ser transmitida al poder de la imaginación (p. 275).

La imaginación parece ocupar una función similar a la de la elaboración secundaria freudiana, que organiza la información proveniente de una esfera más abstracta de la mente y la traduce al lenguaje de la conciencia. Pero el rabino se acerca aún más a la técnica psicoanalítica, cuando describe cómo el intérprete de sueños podría analizarlo:


El intérprete se coloca en la estructura mental del soñador y luego psicoanaliza lo que el soñador estaba pensando en el momento en que soñaba. Luego, después de limpiar la contaminación producida por el poder imaginativo, retrocede de ese pensamiento al pensamiento anterior, y de allí al pensamiento anterior […]. A medida que regresa a las profundidades de la mente, logra ver el pensamiento original, que es la cadena de pensamiento que formuló el sueño (p. 278).

Discusión

Es evidente que el pensamiento de Abravanel incluye algunos otros aspectos, incluso aquellos más místicos, pero no sería posible realizar una exposición completa en este escrito. Sin embargo, es innegable la semejanza, en varios aspectos, con las contribuciones freudianas. Y aunque no se debe igualar la obra freudiana con el pensamiento religioso ni reducir la complejidad del método desarrollado por el psicoanalista a estos recortes de semejanza con las obras de Salanter y Abravanel, llama la atención el hecho de que tales similitudes nunca hayan sido objeto de la pluma freudiana.

Una hipótesis que podríamos plantear sobre la ausencia de estas referencias se refiere al intento del psicoanalista de encajar en el contexto vienés de su época, lo que incluye la negativa a identificarse con la figura del judío extranjero, errante, místico, y de afirmarse como un representante legítimo de la clase dominante local. Hoy sabemos que este esfuerzo solo tuvo un éxito parcial, y que incluso asimilado, Freud tuvo que buscar refugio en otro país.

Sin embargo, este escenario nos lleva a tomar a Freud como ejemplo de un judío que no logró competir desde dentro, que no realizó la visión educativa defendida por Seymour Fox, Louis Finkelstein y, me atrevo a decir, por el autor de este artículo. Entonces, ¿cómo podemos lograr que los estudiantes actuales no pierdan la posibilidad de aprovechar el milenario tesoro cultural judío, del cual son legítimos herederos?

Más que proponer respuestas listas, se defiende que esta debe ser una cuestión orientadora para el educador que trabaja en instituciones judías. Las estrategias pueden ser múltiples, y ciertamente hoy contamos con la ventaja de innovaciones tecnológicas que permiten el acceso a una diversidad de obras y posibilidades de estudio que Abravanel, Salanter o Freud ni soñaron con poder aprovechar. Será papel del profesor posibilitar que el alumno encuentre utilidad en la tradición y, como dice la cita de Goethe repetida por Freud: “Lo que heredaste de tus padres, conquístalo para hacerlo tuyo”.

Conclusión

Para concluir, retomamos la afirmación del profesor Louis Finkelstein sobre la posibilidad de formar alumnos que puedan competir en el mercado desde dentro de su propia tradición, y aprovechar los recursos de esta para su desarrollo profesional y personal. Este es el camino para una educación judía significativa y que esta visión debe orientar el trabajo del educador. Lejos de ignorar la singularidad y originalidad de la obra freudiana (el autor de este artículo es, él mismo, psicoanalista freudiano), este estudio buscó solamente utilizar las valiosas contribuciones de Freud como ilustración de lo que perdemos al renunciar a la tradición en pro de una supuesta adaptación al medio. Por último, este artículo deja abiertas las estrategias pedagógicas que se pueden utilizar para el propósito aquí propuesto. Finkelstein, Fox y Novak encontraron en la experiencia del Camp Ramah una posibilidad; sin embargo, se espera que nuevas investigaciones puedan ayudar en la aplicación de esta visión educativa a las diferentes realidades contemporáneas en las cuales la educación judía está presente.

Bibliografía

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Machado, R. (1982). Ciência e Saber: a trajetória da arqueologia de Foucault. Rio de Janeiro: Graal.

Salanter, I. (s.d.). Or Israel. The Salant Foundation.

Schechter, Y. (2022) Abarbanel: comentários selecionados. São Paulo: Editora Lubavitch,

Teitelbaum, G., Gerchman, F. C., & Weinmann, A. O. (Orgs.). (2022). Psicanálise e judaísmo: do Livro à escuta. Porto Alegre: Artes e Ecos.

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